El riesgo país de El Salvador es, por mucho, el peor de Centroamérica. El último dato consultado, correspondiente al 7 de mayo de 2024, es de 7.28 puntos en el Emerging Markets Bonds Index (EMBI), un índice del tema de consulta obligatoria, que maneja el banco estadounidense J.P. Morgan y que se basa en el comportamiento de la deuda externa emitida por un país.
Quien le sigue en esta deshonrosa lista es Honduras, aunque con 3.56, es decir, casi la mitad. Los demás países ni siquiera pasan de la barrera de los 3 puntos: Panamá (2.63), Guatemala (2.04), República Dominicana (2.26) y Costa Rica (2.02). ¿Por qué es importante contar con un EMBI pequeño? Porque este es el punto de referencia que los inversores internacionales toman a la hora de decidir invertir en la deuda de un país.
El EMBI, en sí, es la diferencia entre las tasas de interés que pagan los bonos emitidos por países subdesarrollados y los Bonos del Tesoro de Estados Unidos, comúnmente considerados libres de riesgo.
Por lo tanto, la tasa mínima que exigiría un inversionista para comprar la deuda de un país es la suma del riesgo país con el interés pagado por los instrumentos norteamericanos.
En este sentido, Costa Rica es el que mejores números registra en la región. Por eso no extraña que, en noviembre del año pasado, esa nación haya podido colocar deuda internacional por $1,500 millones a un periodo de 31 años con una tasa de interés del 7.75 %. Si lo hubiera hecho este mes, habría obtenido todavía mejores condiciones.
“La oferta de Costa Rica tuvo tantos interesados que la demanda llegó a superar los $5,000 millones. Un escenario muy diferente al de El Salvador, como de la noche al día”, ilustró Napoleón Campos, experto en Relaciones Internacionales, cuando se conoció la noticia de la emisión de deuda costarricense.
Es el caso contrario a El Salvador, que hace unas semanas realizó una emisión de deuda internacional, también por $1,000 millones. En este caso, la tasa ofrecida por el país fue de 9.25 % y con un plazo cortísimo, de apenas seis años (cinco veces menos que en el caso de Costa Rica) y con amortizaciones de capital a partir de 2028.
Pero ni siquiera así lo aceptaron los inversionistas, pues exigieron comprarlo con descuento para, así, poder llegar al 12 % de interés que era su objetivo. Por eso, la administración de Nayib Bukele recaudó solo $908 millones en su colocación.
“Vemos esta transacción como una señal profundamente preocupante para el gobierno de El Salvador de su capacidad futura de pago de la deuda”, dice el informe de Barclays que se hizo eco de la situación.
Los inversores exigieron, por primera vez en la historia del país, condiciones especiales: si El Salvador no las cumple en 18 meses, tendrá que pagar 4 puntos porcentuales extra, con lo que la deuda quedará con un interés del 16 %. Entre estas condiciones está lograr un acuerdo con Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener un financiamiento barato y mejores en un par de gradas su calificación de riesgo.
Y El Salvador no parece tan bien encaminado en este objetivo: el acuerdo con el FMI ha sido calificado como poco probable por entidades tan prestigiosas como la agencia inglesa Emerging Finance (EMFI); y dos de las más respetadas agencias de calificación (Fitch Ratings y S&P Global Ratings) han decidido mantener en firme su calificación para el país.
La cara colocación de los $1,000 millones en bonos ha significado un golpe para la imagen de El Salvador, de allí que ahora el EMBI sea peor que antes de su emisión, pues pasó de 6.14 el 8 de abril al 7.28 del 7 de mayo.
Peor que antes de la pandemia
El Salvador es el país que más ha desmejorado en el EMBI respecto a diciembre de 2019, periodo justo antes del trauma de la pandemia de Covid 19, en una tendencia parecida a la de las reservas internacionales. No es el único que muestra un riesgo país mayor que entonces, pues Honduras y Panamá también lo han hecho. Pero, en sus casos, el aumento no es tan notorio.
El Salvador pasó de los 3.94 puntos el 31 de diciembre de 2019 a los 7.28 el 7 de mayo. Es decir que casi lo ha duplicado.
Es, de nuevo, el caso contrario al costarricense, que antes de la pandemia tenía el peor riesgo país de Centroamérica, con 4.02 puntos, mayor al de El Salvador.
Hay una clara relación entre la seguridad jurídica y el riesgo país, pues el del 7 de mayo de 2024 no es el peor número registrado por El Salvador en el EMBI: marcó su récord el 15 de julio de 2022, con 35.12 puntos. Pero esa cifra solo fue la cima de una tendencia iniciada el 1 de mayo de 2021, cuando la Asamblea Legislativa le dio un golpe de Estado a la Corte Suprema de Justicia. En torno a esos días, el riesgo país subió más de un punto. No dejó de crecer hasta ese julio de 2022.