Aun cuando la ocurrencia de las emergencias médicas es impredecible, la experiencia y observación de series históricas permiten establecer que en los centros hospitalarios, además del “goteo diario” de enfermos que ameritan atención, la demanda se presenta en “picos” en ciertas horas del día y determinados días de la semana, dependiendo de la época del año. Obviamente, la demanda se deforma y distorsiona considerablemente cuando ocurren brotes epidémicos, como es el caso de las gripes estacionales, rotavirus, conjuntivitis, dengue, diarreas durante el inicio del invierno, etc.
El hacinamiento de enfermos y sus acompañantes, los espacios estrechos, la aglomeración de personal, esperas prolongadas, la selectividad por los enfermos más graves, el andar de la ceca a la meca para que le informen sobre un pariente atendido, el permanecer de pie por la ausencia de sillas en espera de un procedimiento y la burocracia relacionada con el expediente clínico, expedición de recetas y demás papelería complementaria, son el pan de cada día de las Emergencias de los grandes hospitales criollos.
Con el propósito de poner orden y establecer prioridades, ahora es común la presencia de un médico encargado de la “selección”. Haciendo uso de su experiencia tras un rápido interrogatorio, una inspección y examen si lo amerita, decide quién debe ser remitido sin pérdida de tiempo a la Sala de Shock o de Máxima Urgencia, quienes deben ser atendidos, preparados y pasar a la espera clasificadas antes de la consulta propiamente dicha y quienes deben de esperar por tratarse de “urgencias relativas” y no urgencias. El panorama se complementa con personas que claman por ser atendidas, otros que no “pasaron el examen” o prefieren retirarse. Hay señoras desveladas que colaboran con la hidratación oral de sus hijos, familiares de paciente internado en Observación Hombres que esperan por información y desean hablar con el médico, joven que fue atendido horas antes con un brazo en cabestrillo espera por sus medicinas, paciente en espera para que le tomen muestras sanguíneas, pacientes en camillas por falta de camas en Observación Mujeres y personal de apoyo en labores de limpieza.
Algunos médicos que han laborado en Emergencia de grandes centros hospitalarios salvadoreños estiman que en un día promedio, del total de personas que llegan solicitando atención en el transcurso de 24 horas, solamente el 10 al 20% son catalogadas como verdaderas urgencias que ameritan abordaje inmediato. Que de esa cifra, un poco más de la mitad son niños y que solamente del 1 al 2% son enfermos en condiciones críticas, los que una vez estabilizados son remitidos a la UCI, UCIN, Centro Quirúrgico a hacia algún módulo de hospitalización, y que el 80 al 90% restante no son urgencias, urgencias relativas o aparentes.
Las causas del persistente hacinamiento en “tiempos normales” son múltiples; sin embargo, entre otras destacan: (1) Precario estado de salud de la población que genera una mayor tasa de demandas de atención que la que se observa en países más desarrollados; (2) Deficiencias en el funcionamiento de la red de establecimientos, que no logra atender las urgencias en los niveles correspondientes y todos tienden a buscar los grandes hospitales; (3) Usos, costumbres y presión de la demanda han convertido las Emergencias en “Consultorios Externos que funcionan las 24 horas” porque atienden de todo, referidos y no referidos; (4) Escasa claridad del público para tipificar una urgencia médico quirúrgica o gineco obstétrica; (5) Insuficiente capacidad resolutiva de centros de atención de menor complejidad, que no tienen otra opción que derivar pacientes hacia los hospitales; y (6) Actitud de ambulancias de algunas organizaciones, que tienden a trasladar a todo mundo a los centros hospitalarios aun cuando muchos de los transportados pueden ser atendidos en establecimientos de menor complejidad.
¿Qué hacer para mejorar la situación? Lejos de introducir parches, es indispensable trabajar en varias líneas de acción. En primer lugar, como medida general es preciso incidir en las causas que generan urgencias y que en nuestro medio son sin duda los accidentes de tránsito, la violencia de cualquier origen, los estilos de vida poco saludables, las diarreas infantiles con deshidratación, las infecciones respiratorias agudas, etc. En segundo lugar, realizar acciones más específicas, como actualizar la oferta de servicios médicos que evidentemente está rezagada con respecto a las demandas de salud actuales. Una medida importante es también desconcentrar la atención de las urgencias, fortaleciendo los consultorios de los centros de atención más importantes del interior del país, con la idea de beneficiar a todas las comunidades, no solo sectores aislados. Finalmente, enfatizar en la educación en salud del público para que utilice los servicios de salud con más racionalidad.
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