Soy de esas personas a las que una sola frase impacta más que discursos completos.
Por ejemplo: en la sesión plenaria de la AL del 29/04/2024, donde 66 diputados hirieron mortalmente a nuestro país, el diputado Johnny Wright dijo una frase demoledora (que no cito textualmente): que esos diputados se estaban arrogando el convertirse en Asamblea Constituyente. Esas palabras describen, mejor que cualquier discurso, la gravedad de lo acontecido. Esa es la realidad: que ahora, sin mandato de nadie y solamente por ocurrencias de su mandante, tendremos una nueva constitución pasito a pasito o de un sopetón, pero ilegítima en cada una de sus letras. Para quienes se han convencido de que nuestra Patria nació en 2019, les informo que la Constitución de 1983 fue redactada por una Asamblea Constituyente, así específicamente electa por la población y con el mandato de redactarla, darla a conocer, aprobarla y ratificarla. Pero, aparentemente, sólo unas pocas personas expertas en el tema se han pronunciado, señalando la gravedad del hecho. ¿Y las Asociaciones de Abogados? ¿Y las Universidades, especialmente las que tienen Facultades de Derecho, dónde están? ¿Y la “gloriosa” Fuerza Armada, la de nuevo cuño, la que juró lealtad a una persona y no a la Constitución, qué hace ahora? ¿Están demasiado ocupados estrenando equipos como para dedicarse a lo que sí es su deber: defender nuestra Constitución?
Y, lo principal: ¿dónde están los salvadoreños indignados, ofendidos, horrorizados por los vejámenes que está sufriendo nuestra Patria?
Parece que están en la secta de adoración, donde solamente se alaba y se cree absolutamente todo lo que la maquinaria propagandística mega-multi-millonaria dice y promueve. Y posiblemente a la población también les quedó grabada una frase, la burlona y bayunca de un diputado que mejor se escondiera bajo su curul, pero que orgullosamente expuso que “sólo hemos añadido 14 palabras”. Y, muy conformes con eso, se extasían esperando las maravillas que surgirán de la renovación/demolición que se realiza en el Palacio Nacional, así como en los terrenos aledaños, donde se redujo a escombros un área que nadie sabe por qué ni para qué.
Para mantener esa situación de embobamiento colectivo galopante, es que la diputada Suecy Callejas expresó que no necesitamos de médicos, abogados, ingenieros ni universidades que los preparen, porque de lo que urgimos es de carpinteros, electricistas, fontaneros y similares. Ignora que un buen profesional primero debe pasar por las etapas primarias de cualquier trabajo y que un médico será mejor si se formó trabajando en cualquier área dentro de un hospital o clínica; que un ingeniero será estupendo si sabe dirigir a sus empleados adecuadamente porque él mismo practicó la carpintería, fontanería y electricidad; que un abogado que tuvo la oportunidad de crecer dentro de un bufete o un juzgado, será mucho mejor que aquellos cuyo conocimiento es solamente a través de los libros, sin el contacto humano y la sabiduría que se adquiere a través de las realidades de la vida. Es decir: lo esencial es el conocimiento que se fortalece mediante la educación formal. Mediante la escuela y la universidad.
La educación es la única manera en la que el ser humano puede desarrollarse como tal, ser autosuficiente, analítico y libre. Y eso, no le conviene al actual régimen. Porque entonces no se tragarían lo de “sólo hemos añadido 14 palabras”.
* Empresaria