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Carta sobre lo que a la gente le va y le viene, en España como en El Salvador

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Por Paolo Luers
Periodista

En la sala donde la Asamblea Legislativa saliente celebrará su última plenaria, no se encuentra ningún diputado de la bayuncada cian. Dicen que están reunidos con emisarios de Casa Presidencial en otra sala. Los demás legisladores están a la expectativa qué golpe recibirá la ya maltratada Constitución de la República este día. Puede ser que presenten todas las reformas a la Constitución que necesita Nayib Bukele para fortalecer su régimen autocrático; puede ser que sólo modifiquen las reglas que la Carta Magna dicta sobre cómo reformarla. Algunos incluso esperan que este día se incluya a la Constitución la figura de una Asamblea Constituyente. Como es usual en esta Asamblea, nadie de sus miembros sabe qué va a pasar cuando se abra la plenaria...

Mientras esto esta pasando, yo estoy leyendo una crónica que mi amigo Jacobo García publica en El País, junto con otro reportero. La crónica se llama “¿Tú crees que yo puedo estar pendiente de eso?” y trata de como en dos bares en Madrid la gente recibe la respuesta del presidente del gobierno Pedro Sánchez a la interrogante formulada por él mismo 5 días antes: ¿Va a renunciar o va a seguir gobernando? Esta incógnita ha provocado en la clase política y en los medios de España expectativas, polémicas y controversias como ningún hecho político  desde la muerte del dictador Francisco Franco.

Esta crónica es lo más acertado e iluminador que he leído sobre este espectáculo con el cual Pedro Sánchez tuvo en vilo y alboroto a toda la clase política y los medios de su país. Además esta crónica desde dos bares es la manera más divertida de ilustrar que a la gente común y corriente todo este espectáculo los dejó indiferentes. Ya sabían en qué iba a terminar: El presidente iba a quedar, saliendo como salvador del país de una crisis política, creada por él mismo.

“¿Tú crees que yo puedo estar pendiente de eso?”, dijo la mesera en el bar situado en una colonia de obreros. “Esto estaba claro. ¡Este chorizo no se va a ir!”, agregó uno de los parroquianos. Resulta que la fiebre que Sánchez logró despertar entre las élites, no había contaminado a la gente de a pie en un barrio que siempre vota por los socialistas, el partido de Pedro Sánchez. Nadie se despeinó.

En el otro bar, situado en otro barrio y adornada de símbolos de la derecha española, tampoco nadie tuve dudas de que Sánchez nunca tuvo la intención de tirar la toalla ante la agresiva  polarización que vive la política española. Ahí el discurso muy serio y filosófico que daba al presidente de gobierno sobre los sacrificios que uno asume para salvar el país, los parroquianos lo recibieron con bromas:

“Parece la llegada del hombre a la Luna”, comentó uno de los parroquianos, cuando en la pantalla vio el despliegue de medios rodeando a Sánchez. Y otro dijo: “Vamos, Pedro, que no estás recitando a Bécquer”, refiriéndose al poeta francés del siglo 19, conocido por su romanticismo.

Y cuando Pedro Sánchez al fin llegó a romper con la incertidumbre, diciendo: “He decidido seguir. Seguir con más fuerza si cabe al frente de la Presidencia”, se escuchó el grito: “¡Goool de Señor!”

Apagan el televisor y nadie comenta la presunta sensación política que acaban de presenciar.

Cuando termino de leer, con gran gozo, esta crónica española, recibo desde la plenaria en El Salvador, la última de esta legislatura 2021-2024 la noticia de que Nuevas Ideas solicitó aprobar, con dispensa de trámite y sin debate, una reforma al artículo 248 de la Constitución, cambiando la manera de cómo reformarla: Ya no será obligatorio que cualquier tipo de reforma sea ratificada por la Asamblea siguiente, sino que lo podrá ratificar la reforma la misma Asamblea que la aprobó, con una mayoría de tres cuartos de los diputados. La nueva Asamblea podrá hacer con la Constitución lo que quiera...

Estoy seguro de que si se hubiera hecho una crónica en una pupusería en Soyapango y otra en una cafetería en San Benito, el resultado hubiera sido idéntico que en Madrid. No hubieran encontrado a nadie que le para bola a las fiebres de los políticos, porque ya todos saben que los gobernantes arman grandes shows y luego harán lo que les da la gana.

Saludos,

Paolo Lüers

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