La vida es hoy. El eterno presente. Steve Jobs, al anunciar su renuncia como fundador y director de Apple, expresó el antiguo axioma: “Vive cada día como si fuera el último.” Algo similar dice un autor desconocido: “Vive cada día como si fuera el último… porque algún día lo será.” Atrapados en el “espacio-tiempo” solemos transitar diferentes edades: Pasado, Presente y Futuro. Mismas que a lo largo de la existencia constituyen un solo instante en el tiempo profundo universal. Cruzando las etapas de nuestra evolución -niñez, juventud, madurez, ancianidad- no podemos apreciar su totalidad como un solo ciclo existencial: el eterno presente. Donde el tiempo (o Ley de la Transmutación) es autor de la evolución o involución de la vida y de la materia inerte: el crecimiento de un árbol, de un ser vivo o el deterioro de lo material. En ese escenario intemporal conquistamos nuestro destino, el esplendor y milagro de la vida. La milenaria civilización sánscrita dejó escrito para la eternidad: “Vive este día porque es vida. La verdadera vida de la vida. En su breve transcurso verás todas las realidades de la existencia, la bienaventuranza de la perfección, el esplendor de la acción, la gloria de la fortaleza… Porque el ayer es sólo un sueño y el mañana tan sólo una ilusión. Pero el hoy -bien vivido- hace de cada ayer un sueño de felicidad y de cada mañana una visión de esperanza. Por tanto vive bien este día.”
Vive este día como el primero y último de la vida
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