Por Es motivo de satisfacción el impulso que el GOES está dando al turismo, segura fuente de ingresos, generación de empleos y desarrollo de nuevos emprendimientos y actividades en todo nuestro territorio. Hay entusiasmo en pueblos y ciudades para mantener y mejorar sus tradiciones, reconocer su idiosincrasia en el arte, la música y la gastronomía. El turismo interno ha favorecido esas iniciativas acudiendo masivamente a festivales del jocote, melocotón, piña, panela, añil, café, pupusas y tantos otros, antes desconocidos.
Pero son las montañas y sobre todo las playas tan maravillosas y cercanas, que atraen el turismo internacional, que está descubriendo en las olas de nuestro litoral la emoción de los diferentes deportes acuáticos. Prueba de ello es la cantidad de restaurantes, hoteles y centros comerciales que florecen a la orilla del mar, y cuyos altos precios son una muestra de la calidad de su clientela.
Pero aunque las cifras presentadas por las autoridades son optimistas, hay que reconocer que estamos en pañales y queda mucho por hacer. En la zona del Puerto de La Libertad, surgen urbanizaciones de alto nivel, torres de apartamentos y residencias particulares, muchos enfocados para un mercado extranjero retirado, que sueña con vivir en un paraíso tropical. Pero para lograrlo, hay que comenzar a trabajar en muchos otros aspectos, como educar al personal de servicio en cuanto atención al cliente, conocimiento de su producto, vocabulario y como valor agregado, el dominio del inglés.
Pero hay un enemigo que se ha apropiado de todo territorio nacional, en playas, ciudades y montañas, que es la basura que parece ser una plaga a la cual nos hemos acostumbrado. Nunca los gobiernos se han preocupado de realizar campañas de educación sobre la responsabilidad de poner la basura en su lugar que debe comenzar desde los primeros años escolares, en institutos nacionales y privados y en universidades, empresas, gremiales y comercios.
Convendría que un porcentaje de los muchos millones que Bukele gasta en magnificar su imagen a nivel internacional se dedicara a enseñar a los salvadoreños a considerar la basura como un enemigo para la salud de todos, y para la imagen del país. Debe comenzar por una fuerte inversión en vehículos apropiados, con personal dotado del equipo adecuado, con un horario fijo, para que el pueblo sepa los días y horas de recoger, para sacar sus bolsas. Cuando el servicio es irregular, la gente saca la basura a cualquier hora, que pronto los perros destrozan las bolsas, dejando la acera convertida en basurero.
Todos los años, durante la temporada lluviosa, lamentamos tragedias de personas que residen a la orilla de quebradas, que al crecer con las tormentas, inundan las casas, destruyendo muebles y electrodomésticos adquiridos con esfuerzo. Y como además del agua, la quebrada era el botadero de todo lo desechable: colchones, sillas y objetos plásticos, microondas, restos de muebles, servicios sanitarios y otros que detienen el paso del agua, lo que también sucede en las mejores colonias que usan los tragantes como basureros. Y tras la tragedia, que muchas veces ha cobrado vidas humanas, vienen las quejas y acusaciones: Se quejan los damnificados de que la alcaldía no limpia los tragantes ni las quebradas, olvidando que es culpa de ellos mismos por tirar lo que no sirve a la quebrada.
Pero es responsabilidad de las autoridades darles opciones para que puedan deshacerse de lo inservible. Si una vez a la semana pasa un transporte especial para llevarse todo lo inservible, que en muchos casos pueden ser reciclables. En las grandes ciudades, en importantes sectores, los habitantes pueden sacar a la calle, en días señalados, muebles y enseres en desuso, pero pueden servir a alguien más. Muchas parejas que están empezando un nuevo hogar, recorren las calles y se llevan muebles viejos que ya tapizados, cobran nueva vida.
Urge que los funcionarios de NI que están remodelando las ciudades y han hecho un buen trabajo en el Centro Histórico de la capital, comprendan la urgencia de una campaña de educación del manejo de la basura, colocando suficientes depósitos que sean un recordatorio para los ciudadanos. No podemos acostumbrarnos a vivir con la basura.
Maestra.