Invisibles viajeros de la locomotora: aquellos que se fueron, aquellos que aún no están y aquellos que vendrán. Son vidas que aparecen y después desaparecen como por arte de magia a nuestros ojos. Son ellos que algún día serán o nunca fueron. Visibles son tan sólo en el aire, el silencio y la nostalgia. Según tu posición en el espacio-tiempo, has de verles o no. Esa es la conclusión. Cuan más veloz la marcha del hombre y del vagón, más lento es que transcurre el tiempo de sus vidas según el teorema de la relatividad. Por eso es que es más larga la vida del viajante. Ni ayer, ni hoy, ni luego le alcanza el devenir. “Después de ir y venir por este mundo extraño -escribió el agente viajero- la gris locomotora ha dejado de andar. Quizá nunca se fue. Quizá nunca volvió. ¡O a lo mejor se esfumó en los fugaces abismos del tiempo y la memoria! Acaso el invisible -o el que nunca regresó- seas tú detrás del aire. Aquello que perdimos, amamos u olvidamos o dejamos atrás, también es imperceptible. Por eso no me extraña que se borrara a los ojos el trashumante vagón de los años vencidos. Ya no está el locomotor; no silba ni hace ruido la errante bestia de metal. Ni lleva ni te trae, viajando por las rutas infinitas del aire. ¡Talvez ya no era nuestra la vida en el tranvía! ¡Talvez ya no era nuestro aquel amor de un día! O quizá el tiempo fue más lento… ¡No lo sé todavía!” (XXXV) (“Los Diez Días de la Flor de la Vida” ©C.Balaguer)
Invisibles viajeros de la locomotora
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