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Dos ancianos en el abandono tras la captura de Samuel

La versión policial fue suficiente para que 18 personas fueran encarceladas, pero las evidencias apuntan que estos agentes podrían estar involucrados en fraude procesal.

Por Lissette Lemus | Abr 08, 2024- 14:12

Las patadas de los agentes policiales intentando botar la puerta de la casa despertó a Samuel Ulises P. y a sus abuelos, dos ancianos de 73 y 63 años, a quienes él les dice mamá y papá porque vive con ellos desde pequeño. 

Cuando el joven abrió la puerta ya estaba encañonado por varios  policías, quienes rápidamente lo esposaron, lo sacaron y lo tiraron en la cama de una patrulla. 

“Se lo llevaron descalzo, desnudo, solo en calzoncillos”, recuerda su madre Alejandra, de 73 años. Su padre también se levantó de la hamaca en la que dormía, pero nada pudo hacer por su hijo, sino sólo ver cómo sangraba de la nariz tirado en el vehículo policial. 

Los ancianos preguntaron a los policías cuál era la razón para detener al joven. “Por el régimen”, fue la respuesta. “Pero si él no es delincuente”, se atrevió a decirles Alejandra. 

La anciana caminó varios metros por la calle oscura y polvorienta hasta el puesto policial con la esperanza que ahí le dejaran entregar ropa a su hijo para que se vistiera. 

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“Aquí no hay permiso de ropa ni de nada señora”, le regaño uno de los agentes. 

Fue hasta la mañana siguiente, en las bartolinas de Usulután, donde pudo llevarle comida, una camisa y una calzoneta y los “sapos” blancos (chancletas), que exigen las autoridades. 

Los siguientes tres días, salió a las 6 de la mañana de la empobrecida zona del Bajo Lempa y regresó a las 6 de la tarde, para llevarle los tres tiempos de comida al detenido. 

El penal de Mariona fue el siguiente destino de Samuel. La anciana pasó tres días y tres noches bajo el sol y la lluvia afuera del penal, con la esperanza que, al no deber nada, su hijo fuera liberado. 

En una de esas noches un pelotón de antimotines llegó a dispersar con gases lacrimógenos a los familiares de los capturados que se habían aglomerado afuera de la prisión.

“Llegaron los antimotines tirando gas y nosotros tuvimos que salir huyendo a como diera lugar. Esos días fueron duros para mí”, relata 

Alejandra, mientras abraza una Biblia, que estaba leyendo previo a la conversación. 

Samuel era el que apoyaba económicamente a ambos ancianos, con lo poco que ganaba trabajando como jornalero, sembrando maíz, maicillo y zacate para el ganado. 

Los siguientes meses, los ancianos comenzaron vendiendo la leche de una vaca, luego vendieron el ternero y luego, de una en una, 40 gallinas que tenían, para poder comprar el paquete y pagar transporte para viajar hasta el penal de Mariona. Solo siete gallinas sobrevivieron. 

Samuel estuvo en prisión durante ocho meses, y fue liberado el 23 de diciembre de 2023. 

Asegura que salió debido al apoyo jurídico de la organización Cristosal. 15 días antes le realizaron la prueba del polígrafo. 

«Yo me hinqué en la calle, allá en San Marcos (Lempa) después de recibir la llamada, le dije Gracias Señor, la gente se me quedaba viendo como diciendo “esta señora está loca”». 

Alejandra que no sabe leer, ni escribir, por un momento dudó y pensó que se trataba de una broma, pero el representante del Comité de Familiares, marcó devolviendo la llamada para confirmar la información. 

La señora no tenía dinero para pagar un transporte que la trajera directo, pero con la ayuda de las organizaciones comunitarias, llegó cerca pasadas las 10 de la noche al Penalito, en San Salvador. 

Al recordar el momento, la anciana hace un esfuerzo para no llorar. “No lo conocía porque venía inflamado de todo el cuerpo, la ropa no le quedó, me lo tuve que traer envuelto en una cobija”, relata. 

Al salir, el joven aún enfermo tuvo que empezar a trabajar para conseguir los 15 dólares quincenales que gasta, para trasladarse desde el Bajo Lempa hasta un juzgado en San Miguel, donde está obligado a firmar, como medida alterna a su libertad. 

PUEDES LEER EL REPORTAJE: Las familias que el régimen de excepción destruyó en el Bajo Lempa

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