Como un formalismo de cara al mundo, en Egipto, Rusia y en cosa de semanas en Venezuela se realizarán “elecciones” en las cuales se habrá negado la participación de los verdaderos líderes de la oposición y las cajas estarán rellenadas de antemano.
El Salvador no se queda atrás con todas las irregularidades, arbitrariedades e inconstitucionalidades en los recientes comicios señaladas por observadores de organismos como la OEA y como lo expuso ayer la especialista electoral Ruth López ante el Parlamento Europeo
Sólo de esa manera dictadores como el egipcio El Sisi pueden ufanarse de haber obtenido casi el 90 por ciento de votos a su favor, perpetuándose como intentó el previo déspota, Mubarak, hasta que un grupo de militares lo echó del poder, en parte por sus represiones, pues bajo su mando los opositores eran torturados y “desaparecidos”, una práctica que se dice que perdura bajo El Sisi.
Durante su mandato, Maduro ha reprimido brutalmente a la oposición venezolana, además de descalificar a quienes se presentan como candidatos y principalmente a la popular María Corina Machado, que nombró a Corina Yoris como la persona que reemplazaría su candidatura, pero que también ya fue descalificada.
A un comentador que expuso las anomalías en el escenario electoral lo ha señalado como alguien que propaga “odio” y por lo mismo “envenena el ambiente”.
Para librarse de un acto criminal contra ellos, se ha informado que María Corina y sus más cercanos seguidores se han refugiado en la embajada de Argentina, obteniendo ya un salvoconducto para salir del país, lo que prácticamente deja libre el campo para que Maduro, se presente como candidato único, como lo hizo Putin, ya que cualquier otro sería una especie de simio bailarín en un ridículo intento de callar la boca de la comunidad internacional.
Los grupos que luchan para restablecer la democracia a su vez han pedido la mediación de Noruega para que el proceso se realice sin obstáculos, pero ni que los santos bajen del firmamento pueden lograr que Maduro y sus secuaces entreguen el poder por un motivo básico: todos irían a la cárcel por sus crímenes, las torturas que ordenan, los “desaparecimientos”.
Por el miedo a un levantamiento popular irreversible, Maduro, que quiere que se le considere “buen padre” de la nación, ha lanzado una nueva ley a la que llama “contra el fascismo” —más bien, un fascista imponiendo una ley contra la civilización— que castiga a los opositores por manifestarse y cierra medios por difundir “mensajes prohibidos”.
Una oposición general contra Franco restauró la monarquía constitucional
Ordenar torturas que lleven a la muerte, tener presos “políticos”, saquear, conduce tarde o temprano a juicios en la Corte Penal Internacional.
En su momento el “brujo de los trece años”, el dictador Hernández Martínez, pese a los fusilamientos de militares que se sublevaron contra él tras el levantamiento del 2 de abril de 1944 y la huelga de brazos caídos que lo derrumbó el 8 de mayo siguiente.
Otro remedio es lo que en su momento se conoció como “divorcio a la italiana” en la época cuando la única forma de separarse de una pareja era “despachar al otro mundo” a uno de ellos, lo que fue tema de muy simpáticos filmes, pues nadie se arriesgaba a semejante cosa, o, como se decía en España en similares situaciones, “Pedro fue por tabaco” y no volvió más, sin duda por haberse fugado a Argentina o en la Legión Extranjera francesa, que daban “nueva identidad” a quienes servían por un número de años.
Pero los movimientos masivos de repudio, como el que está teniendo lugar en Irán contra los ayatolas (instalados en el poder por Jimmy “derechos humanos” Carter) son como marejadas incontenibles, las que entre otras cosas dio al traste con el régimen de Franco en España y abrió el camino para la restauración de la monarquía como un régimen constitucional al estilo de la británica...