La Asamblea Legislativa celebró este jueves su sesión plenaria en el Salón de Honor del Ministerio de Relaciones Exteriores debido los trabajos de readecuación del Salón Azul, eso previo la llegada de la próxima legislatura que inicia el 1 de mayo.
Como es lo habitual, la sesión plenaria fue convocada para iniciar a las 9:30 de la mañana por parte del presidente Ernesto Castro; pero el cambio de recinto no significó que hubiera puntualidad para comenzar con la jornada legislativa.
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A las 10:07 de la mañana ingresaron los primeros diputados, unos de la fracción de ARENA y otros de la fracción de Nuevas Ideas. Llegadas las 11:02 una persona de protocolo realizó el primer y único llamado previo al inicio de la sesión plenaria y trece minutos después inició con 59 diputados y diputadas presentes.
Usualmente, las plenarias inician hasta pasado el mediodía, pero esta vez la prensa no tuvo acceso a los parlamentarios para hacerles consultas previo a la sesión y se ubicó en un espacio sin mayores posibilidades de acercarse. La mayoría de diputados estaba ya listo en su lugar un poco más temprano de lo habitual.
La dinámica de las sesiones de trabajo será un poco diferente, pues en el Salón Azul del recinto legislativo cada curul tenía su micrófono y se vota de manera digital “solo apretando un botón”; pero en el recinto de Cancillería para solicitar el uso de la palabra deberán hacerlo a mano alzada y el equipo de protocolo llega a prestarle un micrófono de mano.
Tal como ocurrió en legislaturas del pasado, a mano alzada se cuentan todos los votos, primero cuando el presidente Castro consulta por las abstenciones, los votos a favor y los votos en contra. Ante esto, Castro solicitó “paciencia” para la dinámica.
Según el presidente, esta medida estará empleándose “unas semanas más”, pero se desconoce si para el 1 de mayo, la próxima legislatura iniciará sus funciones ya en el renovado Salón Azul.
Sobre las ubicación, los diputados oficialistas en las discusiones legislativas buscan desestimar las curules de algunos diputados opositores, señalando que es la población salvadoreña quien los quiere “en la esquina”. Esta vez a las fracciones opositoras se también se les relegó a la esquina.
Prensa sufrió de más restricciones
Desde el ingreso al recinto, a los periodistas se les aplicó un protocolo más riguroso. Previo a la cobertura de la sesión plenaria de ayer, el equipo de prensa institucional de la Asamblea proporcionó a los medios de comunicación un instructivo.
Debido a que solo el equipo fotográfico y de video de prensa de institucional y de Secretaría de Prensa de la Presidencia de la República tuvieron libre acceso a los laterales del recinto, los periodistas independientes se limitaron en la mayoría de su trabajo a tomar imágenes de las espaldas de legisladores.
Si bien el recinto no es de la misma amplitud que el Salón Azul, no hubo turnos para aprovechar a sacar material con los rostros o perfiles de las y los legisladores durante el desarrollo de la plenaria, lo que dificulta las tomas de quienes participan en las disoluciones de las leyes.
En el documento se solicitó “atender la zona definida para realizar consultas a los diputados o funcionarios que deseen interactuar con la prensa y creadores de contenido”, pero de manera rápida los periodistas fueron obligados a trasladarse a la tarima que se le asignó al final del salón, lo que imposibilitó esperar la llegado de algún diputado o diputada en específico para solicitarle sus declaraciones.
En la primera parte de la sesión plenaria se aprobó una disposición para las especialidades de las profesiones médicas, por lo que asistieron el ministro de Salud, Francisco Alabí, la directora del Seguro Social, Mónica Ayala y un grupo de médicos. Tras la llegada de los funcionarios del órgano Ejecutivo, la Secretaría de Prensa de la Presidencia también intervino en el protocolo de las declaraciones a la prensa.
Tanto el equipo de comunicadores de la Presidencia de la República como los de la Asamblea Legislativa abuchearon las preguntas de dos medios de comunicación que no eran referentes a la ley recién aprobada. El presidente Castro, por su parte, rió y no respondió.