El jueves 14 de marzo, en un vuelo procedente de Colombia, Bayron N. llegó como “turista” pero su verdadera intención era usar el territorio salvadoreño para llegar a Estados Unidos de forma irregular. Junto a él venían muchos de sus paisanos que, después de casi una hora de permanecer en el aeropuerto, decidieron abandonar esas instalaciones y caminar un poco hasta abordar un microbús coaster que los llevara hasta el centro de San Salvador.
Byron es uno de los miles de ecuatorianos que tienen la posibilidad de acortar el viaje, comprando un boleto aéreo que los lleve a El Salvador, aunque eso significa hacer un gasto aproximado de entre 1,200 a 1,500 dólares.
Sin embargo, ese viaje les acorta en mucho la distancia que hay entre Quito y la frontera con Estados Unidos, unos 3,500 kilómetros. Entre Quito y San Salvador hay 2.000 kilómetros, y de San Salvador a Reynosa (Tamaulipas) hay aproximadamente 1,500 kilómetros.
Otros miles de ecuatorianos tienen que hacer vía terrestre esos 3,500 kilómetros pasando por la temida selva del Darién, en Panamá, que se ha cobrado cientos de vidas de migrantes.
Aquel 14 de marzo, entre las 5:41 y las 6:25 a.m. llegaron cuatro vuelos procedentes de Ecuador, dos de ellos salieron directamente desde Quito a El Salvador, en tanto que otros dos hicieron escala en Bogotá, Colombia. Estos dos, de acuerdo con el relato de Byron, son los preferidos debido a que resultan más baratos por la escala que hacen, sin embargo, en los cuatro llegaron decenas de “turistas” ecuatorianos.
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Byron llegó uno que hizo escala en Bogotá. Horas antes había abandonado a su familia, en la región amazónica. Con una sola mochila, el ecuatoriano también abordó aquella coaster en las afueras del aeropuerto El Salvador, pero al llegar al centro de San Salvador se separó del grupo y preguntó cómo llegar a la Terminal de Occidente, para dirigirse a la frontera con Guatemala.
Tras un viaje de unos 45 minutos, todos los ecuatorianos se bajaron en el sector conocido como ex Cine Apolo. Allí, el grupo se encontró con un hombre que vestía jeans azul y camisa celeste. Intercambió unas cuantas palabras con quien parecía liderar al grupo y luego desapareció. Los ecuatorianos buscaron donde desayunarse.
30,607
"turistas" ecuatorianos entraron a El Salvador entre el 1 de enero al 10 de marzo de 2024. Esta cantidad representa poco más de la mitad de los que entraron durante todo el 2023.
Por su parte, Byron buscó dónde comprar un chip para comunicarse con los traficantes de personas que lo ayudarían a cruzar hacia Guatemala. Mientras esperaba que le contestaran, se desayunó con seis pupusas de las de a tres por un dólar, y un vaso de chocolate. No había comido desde el día anterior.
Minutos después, a través de una llamada telefónica acordó que pagaría 250 dólares para que lo ayudaran a pasar a Guatemala a través de la frontera Anguiatú y luego hasta Tapachula, donde esperaba reunirse con algunos amigos que salieron días antes.
Minutos después de las ocho de la mañana, Byron abordó un autobús de la ruta 27 para llegar hasta la Terminal de Occidente, de donde tomaría otro bus que lo llevara a Metapán, Santa Ana.
Como varios ecuatorianos entrevistados, Byron dijo que huía de la violencia y las precariedades económicas que obligan a muchos a huir del país suramericano. Relató que tenía un pequeño negocio pero tuvo que cerrarlo porque “los vacunadores” (bandas delincuenciales extorsionistas) llegaron a exigirle dinero.
Según él, no tenía sentido seguir trabajando para otros, y menos en un país inseguro. El vuelo le salió un poco barato porque compró los boletos dos meses antes, pero el miércoles 13 de marzo se despidió de sus padres y sus hermanos para emprender la travesía que, según sus cálculos, le costaría unos 8,000 dólares en total.
Una historia parecida a miles
Como Byron, la mayoría de ecuatorianos que arriban vía aérea buscan salir hacia Guatemala por puestos fronterizos, autorizados o no, del occidente salvadoreño. Solo una pequeña parte sale por la frontera El Poy, hacia Aguacaliente en Honduras. El 13 de marzo anterior, en la frontera San Cristóbal, Jairo Tipan contó una historia parecida a la de Byron.
Pero la travesía de Jairo y sus dos acompañantes terminó precisamente en la frontera San Cristóbal, donde no le permitieron cruzar a Guatemala y luego fue arrestado y puesto bajo vigilancia de un grupo de militares, supuestamente porque “andaban caminando donde no debían”.
60,010
ecuatorianos entraron como "turistas", en el 2023, desplazando a México, que hasta el 2022 ocupó el quinto lugar como país de donde más turistas recibía El Salvador. De esa cantidad, solo 29,305 registraron salida por fronteras autorizadas.
Según Jairo, su detención era ilegal puesto que no habían salido del territorio salvadoreño y que tenían permiso de cuatro días para permanecer como turistas.
Un flujo migratorio inadvertido
En 2023, a muchos salvadoreños llamó la atención de personas ataviadas con turbantes que llegaban en cantidades al Aeropuerto Internacional de El Salvador en Comalapa y que luego eran vistos en los alrededores de hoteles de la colonia Escalón.
Pero mientras las miradas se fijaban en los turbantes, algo más grave ocurría: la llegada de miles de ecuatorianos que en ese mismo año duplicaron la cantidad de ciudadanos indios registradas por Migración: 60 mil ecuatorianos de los cuales sólo quedó registro de salida de 29,000, poco menos de la mitad.
En Ecuador están al tanto del fenómeno. Primicias, un periódico ecuatoriano escribió el pasado 24 de febrero en un reportaje sobre la migración de sus connacionales, que “miles de ecuatorianos usan la ruta de El Salvador” desde finales de 2022 como un trampolín para llegar a Estados Unidos. Cada semana, desde la terminal aérea Mariscal Sucre de Quito salen tres vuelos con destino a ese país, cada uno con capacidad para 167 pasajeros”.
“En 2023 unos 50,214 nacionales salieron por los dos aeropuertos internacionales de Ecuador con rumbo a El Salvador y solo el 21% regresó. Las salidas se aceleraron desde el segundo semestre del 2023. En junio viajaron 1,710, en julio superaron los 3,000 y en agosto fueron más de 5,400”, consigna el reporte de Primicia.
El mismo periódico detalla, citando datos del Ministerio del Interior de ese país, que en 2022 solo 2,428 salieron rumbo a El Salvador y solo el 7% no volvió a Ecuador, lo cual confirma “el rol que tiene El Salvador en las rutas de la migración irregular.
Sin duda, el flujo migratorio de Ecuatorianos va dejando un reguero de dinero desde que salen de su país, tanto si hacen el viaje completo por tierra como si toman un avión que los traiga a El Salvador.
Estos últimos no pueden abordar los vuelos si no comprueban que han comprado el boleto de regreso. “Es parte del negocio que hacen con nosotros porque desde el momento que uno les pregunta por el valor del boleto sin retorno, ya saben que no vamos a regresar”, relató un ecuatoriano.
32,070
ciudadanos de la India ingresaron como turistas a El Salvador durante el 2023. De esa cantidad, solo 14,330 registraron salida por fronteras autorizadas.
Una vez que arriban a El Salvador, muchos suramericanos deben pagar coyotes quienes sobornan a autoridades para evitarse contratiempos. Otros migrantes deben hacerlo de manera directa.
Si bien muchos aseguran que en El Salvador no tienen problemas de robos de parte de autoridades policiales y militares, en Guatemala la situación es distinta. En ese país, afirman, son víctimas de robo tanto de la policía como de bandas delincuenciales que se aprovechan de su condición migratoria.
Eso lo saben también policías salvadoreños quienes suelen prevenir de los riesgos que corren en su travesía por el vecino país. “Nosotros sabemos que ellos buscarán salir por cualquier lugar y por eso les advertimos de los peligros. Allá ellos si deciden continuar”, comentó un sargento de la corporación policial. Lo mismo les dijo a un grupo de ecuatorianos interceptados.