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La Resurrección, motivo de alegrarnos

Por Ricardo Lara
Médico

"En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos, nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados».

Vale la pena reflexionar cómo vivimos nuestra Semana Santa, realmente hicimos el bien y “curamos a los oprimidos” o ¿somos nosotros los oprimidos?

Hemos tergiversado el significado universal de la semana de pascua, ni curamos ni hacemos el bien, simplemente damos rienda suelta a nuestras bajezas.

Parece que no entendemos, venimos repitiendo por décadas las mismas acciones por ende el resultado de tales actos, nos llevarán a ser “católicos con cara de piadositos”, mientras poco importa hacer lo que a Dios agrada. Acá no hay dónde perderse, todo está claro y alegar desconocimiento no es ser ignorante sino un ignorante; no voy a orar porque encontré parqueo en el centro comercial sino por el genocidio en gaza, por las hambrunas en algunos países de África y en algunos cantones de El Salvador.

«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos”.

Debemos preguntarnos ¿he resucitado de entre los muertos? Y ahora que hacemos como católico, cual es nuestro significado de la resurrección, cual es el significado que cada uno le da cual es esa entrega del día. Es hacer de nuestra vida una imitación de Cristo, pensar en Fe, Esperanza, Gozo, Vida eterna y, por qué no, alegría.

Creo que en estos tiempos la Iglesia debe ayudarnos a luchar contra tempestades en mantener a los fieles cerca, en dar una homilía que nos deje un mensaje, que nos sacuda para que los que intentamos estar cerca de la Iglesia como fuente de fe, sintamos que somos parte del cuerpo de Cristo, que la Semana Santa nos ha transformado, que dejamos las distracciones y nos abocamos con un corazón limpio y puro a las iglesias y que celebramos con júbilo que Cristo está entre nosotros, que quizá no lo busquemos en el atrio de una iglesia sino en el corazón de nuestro prójimo.

No la tenemos fácil, debe cada católico convertirse en una iglesia viviente, que no espera ser visitada, sino que busca a la oveja perdida. Quizá seamos nosotros la oveja perdida. Y como la resurrección de nuestro señor Jesús es alegría en nuestro corazón que mejor que lo que nos dice san Josemaría Escrivá en su libro camino 659 “La alegría que debes tener no es esa que podríamos llamar fisiológica, de animal sano, sino otra sobrenatural, que procede, de abandonar todo y abandonarte en los brazos amorosos de nuestro Padre - Dios”.

Médico

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