Una emboscada de grupos extremistas y la inmediata respuesta del ejército israelí para proteger un convoy de 38 camiones con alimentos para la población civil en Gaza dejó un centenar de muertos, según informaron por separado un portavoz militar israelí y miembros del grupo terrorista Hamás.
Estos últimos ni siquiera quieren decir cómo están los rehenes que secuestraron el 7 de octubre —algo que la comunidad internacional parece olvidar a la hora de juzgar la guerra en Gaza— y esto pone en riesgo las conversaciones para una tregua con Israel.
El vil y no provocado ataque a Israel por la banda terrorista Hamás ha costado hasta la fecha la destrucción de mucha infraestructura por los bombardeos indiscriminados de las fuerzas israelitas, la muerte de casi treinta mil civiles, entre ellos miles de niños y personas mayores no combatientes y desatado una terrible hambruna.
El odio e irracionalidad de Hamás no consideró una realidad de horror: en las guerras nadie gana, todos pierden. Mueren niños, civiles, soldados, se pierden activos de productores de todo tamaño, se destruye en grandes cantidades el abastecimiento de alimentos, agua, medicamentos. Se sabe que muchos de los perpetradores de violaciones, descuartizamientos y bárbaros asesinatos de centenares de civiles indefensos en Israel, el fatídico 7 de octubre, han muerto ya en combates o bombardeos.
Para aliviar en una medida el sufrimiento de la población civil de Palestina, el presidente Biden ordenó dejar caer desde el aire suministros de alimentos y medicinas, sobrepasando los controles israelitas que revisan y decomisan cierta clase de ayuda, como respiradores para heridos, muletas, lo que un lisiado requiere para sobreponerse a lesiones, sea un terrorista de Hamás o un civil.
En otro punto, se dice que Rusia ha perdido casi el noventa por ciento del ejército regular que tenía cuando el criminal de guerra y sicópata Putin inició la “operación Zeta”, cientos de tanques y vehículos blindados, a lo que se suma el asesinato de Andrei Navalni, a quien miles de rusos rindieron homenaje al acompañar sus restos al cementerio el viernes anterior…
Lo más grave y doloroso es que la guerra deja cicatrices emocionales, traumas que nunca se borran, pesadillas perennes.
En el siglo XX los nazis llegaron a extremos de crueldad contra civiles indefensos, un horror que al día de hoy espanta y conmueve pero que en cada conflagración se repite, salvajismo que los romanos resumieron en una lapidaria frase:
“Homo hominis lupus”, el hombre es el lobo del hombre, una frase que salta a nuestra memoria con cada crimen del que tenemos noticia, cada feminicidio y toda violencia contra niños.
Se sabe que la banda terrorista Hamás es entrenada y financiada por los iraníes, desquiciados que al creerse dueños de la verdad exhiben una intolerancia casi sin paralelo, llegando a acusar a sus detractores en Irán de “atentar contra Dios”, como si la suprema deidad del Universo se ocupara de descerebrados que pasan empijamados todo el día y que por su aspecto hace suponer que nunca toman un baño…
“El poder desquicia cabezas; el poder absoluto es de manicomio”
Las operaciones bélicas en Gaza las define Netanyau, un personaje que no está con la intención de dejar el poder e inclusive pretende someter la ley a su voluntad al validar o rechazar por un voto parlamentario las decisiones de las cortes de justicia, un plan que la gran mayoría, si no la totalidad de israelitas opone, por ser además lo que define las dictaduras: ser un poder sin cortapisas, sin pudor.
Parodiando la frase de Lord Antón (“el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”) se podría decir y pensando en gente como Putin y Xi Jinpng, “el poder afecta la cabeza, y el poder absoluto la afecta absolutamente”… casos de manicomio.