Los políticos acostumbran hacer afirmaciones rotundas y provocadoras, sin evidencias o pruebas que las soporten. Mientras, más tajantes, mejor. Este recurso no es nuevo, pero hoy día ha tomado mayor fuerza gracias al abuso de las redes sociales, pues pocos tienen la voluntad y el tiempo para verificar la verdad de lo publicado, pero sí para reenviarlo. Así se crea el llamado “efecto bola de nieve”.
En las recientes elecciones, el presidente-candidato anunció que había ganado, apenas dos horas después del cierre de las votaciones. Dijo que obtuvo el 85% de los votos. Amigo de las hipérboles, como es, agregó que ello constituía “El récord en toda la historia democrática del mundo”. En primer lugar, no todos los gobernantes del mundo son electos democráticamente. Y hay regímenes en que las elecciones pueden dar resultados similares, en procesos que no son realmente libres.
Incluso restringiendo el tema a las elecciones en El Salvador y al siglo XIX, resulta que varios presidentes reelectos podrían presumir de resultados mayores. Por ejemplo, el 3 de marzo de 1865, el cónsul francés Monsieur Cabarrus, informaba a su gobierno que el Licenciado Francisco Dueñas ha sido popularmente electo por 47,945 votos; el total de votos emitidos fue de 49,803. De acuerdo a lo anterior, Dueñas obtuvo el 96.26% de los votos, bastante superior al 85% que alegaba el presidente Bukele.
Unas décadas más tarde, Rafael Zaldívar logró una victoria aún más contundente. Zaldívar había estado en la presidencia desde 1876. Para reelegirse en 1880 cambió la constitución. En junio de 1883 Zaldívar manifestaba su intención de dejar la presidencia una vez terminado su periodo, y convocó a una “junta de personas notables” que, por su honradez, luces y patriotismo, pudieran ser consideradas como “representantes de los sentimientos e ideas de los diferentes departamentos de la República”. Esa junta decidiría el camino a seguir. Zaldívar, insistía en que no tenía intenciones de presentarse como candidato. (Leistenschneider, 1977, pp. 130-133). En realidad, la junta estaba formada por miembros de la red de poder de Zaldívar y concluyó que este debía continuar gobernando. Poco después comenzó una campaña que trataba de demostrar cuán beneficiosa sería para el país su continuidad, al tiempo que resaltaba los peligros que podrían surgir ante su retirada.
En octubre de 1883, se convocó de nuevo a una constituyente alegando que la constitución ya no se adaptaba a las necesidades nacionales. Al parecer el país avanzaba demasiado rápido. La asamblea, dio una nueva constitución y el 23 de diciembre de 1883 se realizaron las elecciones. Todavía no se habían dado a conocer los resultados, cuando el Diario Oficial del 27 de diciembre de 1883, decía: “Ya es un hecho que el señor Dr. Rafael Zaldívar, actual presidente de la República, ha sido elegido por el unánime, entusiasta y numerosísimo voto de sus conciudadanos… De todos los departamentos recibimos noticias acerca de la gran animación que ha reinado en los comicios, atestiguando el perfeccionamiento de nuestras costumbres políticas”.
El uno de febrero de 1884 Zaldívar inició un nuevo periodo presidencial. Los resultados de las elecciones fueron contundentes. El mismo Zaldívar escribió al General Justo Rufino Barrios para informarle de su victoria. “En estos momentos he tomado posesión de la República, para el nuevo periodo de 1884 a 1888, habiendo obtenido 62,324 votos, contra 351 divididos entre 26 candidatos”(Leistenschneider, 1977, p. 15). Posiblemente, este sí sea un récord. De ser ciertos los datos, Zaldívar logró el 99.4% de los votos emitidos. Razón tendría entonces afirmar que fue electo por “el unánime, entusiasta y numerosísimo voto de sus conciudadanos”. Queda aclarado el punto con el inicié.
Sin embargo, por rigor histórico, es necesario hacer algunas aclaraciones sobre las elecciones del siglo XIX. Entonces no existía una institución encargada de realizarlas, las hacían las alcaldías municipales. El día de las elecciones se conformaba una especie de directorio que checaba en el padrón de ciudadanos quienes podían votar. El voto se hacía a viva voz, y era anotado por el secretario. La clave para ganar la elección era controlar el directorio, “amparar la mesa”, se decía. Y esto suponía una prueba de fuerza entre los contendientes. Generalmente, la mesa era “amparada” por la facción en el poder, y a menudo los opositores eran sacados a palo limpio. Así las cosas, no era raro que hubiera resultados “unánimes” en favor del bando oficial. Por supuesto, no había observadores de ningún tipo.
Por otra parte, hay similitudes que no pueden pasarse por alto. La más importante es la tentación presidencial a prolongar su mandato más allá de lo establecido en la Constitución. En el siglo XIX ese problema fue recurrente. Como las elecciones no eran libres ni transparentes, una vez un presidente se enquistaba en el poder, solo se podía sacar mediante una revolución armada. Así aconteció con Gerardo Barrios (1859-1963), Francisco Dueñas (1963-1871), y Rafael Zaldívar (1876-1885), por poner los ejemplos más relevantes. Además, la acumulación de poder y la prolongación de su ejercicio, fatalmente conducía a los abusos y a la corrupción, como puede apreciarse en los procesos judiciales seguidos en contra de Gerardo Barrios y Rafael Zaldívar.
Cuando Zaldívar fue derrocado se nombró una comisión para investigarlo, la cual presentó un informe en agosto de 1886. Las defraudaciones al Estado alcanzaban casi cuatro millones y medio de pesos (Leistenschneider, 1977, pp. 92-101). Se puede tener una idea de la magnitud de los cargos si se considera que el presupuesto de 1884, era de 2.3 millones de pesos. El 11 de julio de 1890 la Asamblea conoció de la causa instruida contra Zaldívar. En ella se hizo un recuento de los delitos atribuidos al exmandatario. Entre estos destacan: 47 fusilamientos sin forma de juicio y 28 flagelaciones.
El juicio se prolongó por varios años. Por fin, el 20 de abril de 1896, el Diario Oficial informaba que se concedió a Zaldívar una “amnistía especial y absoluta”; lo único que se le pidió fue renunciar “a cualquier reclamo que pudiera hacer contra la Nación”. La impunidad no es nada nuevo en El Salvador; tampoco las elecciones no transparentes que se ganan con arriba del 80% de los votos.
Bibliografía
Leistenschneider, M. (1977). Dr. Rafael Zaldívar, recopilación de documentos históricos relativos a su administración (Vol. 2). San Salvador: Ministerio de Educación, Dirección de Publicaciones.
Historiador, Universidad de El Salvador