Pues volvimos a la época de la rueda de caballitos, en elecciones en que los simpatizantes del seguro ganador, daban varias vueltas para votar y poder disfrutar de los tamales y horchata en los respectivos comités, que luego fue más sofisticado con urnas previamente rellenas, pero que hoy, con el uso de la tecnología y millones de dólares, el proceso electoral organizado por el TSE, que debió ser sumamente sofisticado, resultó en una jornada en que se evidenciaba un tamal, y además mal hecho.
No dejaron participar a quienes habían recibido la capacitación en las JRV, para sustituirlos por simpatizantes NI que pronto demostraron su incapacidad, que redundó en irregularidades que hasta hoy no pueden subsanarse para que la población votante crea que fue un proceso transparente. Las protestas y denuncias de observadores internacionales hicieron que el TSE prometiera contar voto por voto, con la presencia de observadores de todos los partidos políticos.
Pero el tamal debía continuar en el escrutinio para lograr que en la Asamblea hubiera los 58 escaños cyan que había anunciado Bukele, antes del inicio del conteo. Para lograrlo, entre los observadores cyan hubo dos importantes funcionarios del MARN y de CEPA, este último haciendo gala de mala educación y prepotencia respondió de mala manera a las preguntas de la prensa, relacionadas con su presencia en el escrutinio.
Pronto aparecieron las irregularidades y abusos de los de NI, al colocar como digitarores y encargados de las mesas a personas con poca capacidad, que complicaron el proceso. Los observadores de NI eran muchos más que los de toda la oposición junta y los observadores internacionales. Y aunque se ofreció contar voto por voto, luego ordenaron que solo se contarían las actas. Y este es el primero de una larga serie de denuncias de evidente fraude, que son muy fáciles de detectar.
No se está comparando el número de firmas en el padrón con el número de papeletas en las urnas ni con las pestañitas cortadas en las papeletas, para determinar su legalidad. Así no es de extrañar que en muchas mesas el número de votos era superior a las 700 papeletas asignadas. Increíble que aparezcan votos en papeletas perfectamente planchaditas y que no marcan el doblez que necesariamente hubo que hacer para depositarlas en la ranura de la urna. Pero eran votos para NI pero marcadas con plumón, que se transparentaba hasta el revés, y no con las crayolas entregadas.
La diputada Claudia Ortiz denuncia que en una papeleta marcada con rostros por NI y VAMOS pero sin bandera, fue considerada como voto cyan. Que muchos votos nulos se convirtieron en válidos para NI, pues no se quisieron contar los votos nulos, como se había prometido. Que los supuestos vigilantes de NI se convirtieron en encargados de las mesas y los periódicos presentaron la fotografía de un ciudadano dedicado a indicar la manera de trabajar de los encargados de las mesas, y a responder sus preguntas, sin que ninguna autoridad se lo impidiera, a pesar de que permaneció en las instalaciones durante casi todo un día. Y aunque el instructivo del TSE exige que las autoridades constaten las credenciales otorgadas a vigilantes, los opositores observaron que el TSE no los verificó. A la fecha, aunque el escrutinio ha finalizado en 7 departamentos, las autoridades no han divulgado los resultados.
Causa extrañeza que con todas las ilegalidades que el régimen de Bukele y su partido hicieron para asegurarse el triunfo en la elección, hayan tenido que recurrir al fraude para lograrlo, y que además el tamal que prepararon, estuvo mal hecho. ¿Y así pretenden gobernarnos los próximos cinco años?
Maestra.