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El pueblo enamorado

“Donde reina el amor, sobran las leyes” (Platón)

Por Óscar Picardo Joao

El pueblo está enamorado del presidente…; el psicólogo social Luis Enrique Amaya defiende la teoría muy salvadoreña: “El pueblo está enculado”. El encule o enamoramiento tiene diversas acepciones, para la RAE es sodomizar, para la cultura popular centroamericana es estar enamorado.

Según la psiquiatra Laura Romans Demaria, cuando conocemos a una persona y nos atrae podemos sentir ciertas sensaciones como palpitaciones, taquicardia, sudoración de manos, este tipo de sensaciones surgen del enamoramiento (primera etapa del amor), que se presenta a cualquier edad y puede durar días, semanas y hasta años. La especialista señala que el enamoramiento es un estado emocional que se caracteriza por un conjunto de sensaciones positivas que se experimentan tanto a nivel mental como físico, que ocurre cuando alguien tiene una fuerte atracción hacia otra persona.

Karl Grammer, etólogo del Instituto de Biología Humana de la Universidad de Viena, afirma que el amor es una construcción cognitiva de lo que sentimos físicamente y de lo que sucede en nuestro cerebro. Y lo que sucede en nuestro cerebro es que existen una serie de neurotransmisores que comunican las neuronas entre sí. Éstos entran en juego cuando encontramos a alguien que encaja con nuestro patrón y nos enamoramos.

Robert Sternberg estudió los diferentes tipos de amor e identificó tres elementos imprescindibles: la intimidad, la pasión o el deseo y el compromiso. También hay otras categorías psicológicas en el amor: Caritas, Ágape, Eros, Filia; desde el amor familiar, pasando por la empatía hasta la atracción sexual. Obviamente hay distintos tipos y circunstancias de enamoramiento, el plano clásico de pareja y un fenómeno más amplio o masivo, quizá lo podríamos catalogar como “fans” o muy cercano al fanatismo.

Veamos un poco la perspectiva de las Neurociencias: El enamoramiento es un estado particular que se manifiesta a través de alegría, emoción y excitación; todo ello deriva de un intrincado mecanismo fisiológico cerebral, que provoca elevación en la producción de algunos neurotransmisores como la dopamina, que al liberarse genera sensación de euforia, motivación e incremento de la energía. También intervienen otras sustancias cerebrales  como la noradrenalina, que se relaciona directamente con la respuesta fisiológica a través de  sudor, taquicardia, palpitaciones, insomnio, hiperactividad, ansiedad y disminución del apetito, entre otros. En la etapa del amor a largo plazo intervienen a nivel cerebral otro tipo de neuromoduladores como son la oxitocina y la vasopresina,  que están relacionados con el apego y el establecimiento de vínculos, lo que se traduce en un amor más estable.

Existen estudios que señalan que el amor es un factor protector contra la depresión y la ansiedad, e incluso contra enfermedades cardiovasculares. Cuando una persona establece relaciones de amor estables y duraderas con una pareja, con sus familiares o con amistades, logra mayor bienestar físico y emocional.

El enamoramiento es un estado emocional involuntario, y cuando ocurre, el siguiente paso puede ser el establecimiento de una relación más profunda. Cuando la persona está enamorada, percibe la vida de manera positiva, lo que le permite  sobrellevar de mejor manera las situaciones negativas que ocurren en el día a día. Como diría Doctor House, “las mujeres se enamoran de lo que oyen, y los hombres, de lo que ven; por eso las mujeres utilizan maquillaje y los hombres mienten”.

En nuestras investigaciones sobre el “Humor Social y político” hemos estudiado diversas variables emocionales de la sociedad y hemos llegado a dos conclusiones potentes: La existencia de un fenómeno de satisfacción vicariante y la instalación de un fenómeno de culto a la personalidad del presidente. Ambos fenómenos ocasionados por factores endógenos y exógenos de la gente.

La frustración y el desencanto con el rumbo del país llevó a la gente a buscar y a encontrar un redentor vicariante; alguien que satisface y resuelve sus necesidades y problemas; creando un vínculo casi religioso sustentado en el “creer” más que en el “saber”. Desde el punto de vista epistemológico identificamos dos categorías sociológicas: una gran mayoría de menor escolaridad y mayor ingenuidad, propensa a valorar lo mítico, mágico y religioso, y una minoría más educada que privilegia la razón, la evidencia y la cientificidad. Los primeros están enamorados, el resto no.

Cuando mezclamos el enamoramiento con una relación religiosa -creer-, no hay evidencia o prueba que pueda doblegar este sistema síquico; incluso, en no pocos casos, el enamoramiento tolera y perdona el maltrato psicológico y la violencia física. Por esta razón muchísima gente que tiene familiares encarcelados por el régimen de excepción igual votó por los candidatos oficialistas o no cree en las crónicas de investigación sobre la corrupción.

Pero hay otras preguntas interesantes: ¿tiene caducidad el enamoramiento? ¿Cuánto dura? ¿Puede existir un punto de inflexión? ¿Qué sucede cuando hay un enamoramiento colectivo o social?

Para poder determinar la duración del enamoramiento, la ciencia ha hecho uso de una base biológica puesto que se ha podido observar que, a lo largo de esta fase, las personas sufren una serie de cambios en su organismo. Estos cambios tienen usualmente una duración determinada y, es a partir de este momento, cuando nuestro cerebro vuelve a su funcionamiento habitual, es decir, dejar de producir de manera tan intensa la hormona  oxitocina.

En el enamoramiento hay fases: primero atracción, luego una hipervaloración del otro, le sigue la apropiación del otro, para cerrar en la reciprocidad; tiene que haber un intercambio de ideas, acciones, símbolos. La gente -o las parejas- necesitan ese feedback, estar recibiendo o percibiendo detalles, acciones o narrativas que mantengan o fortalezcan la relación. A nivel de pareja serán rosas o chocolates; a nivel social, entretenimiento, como dirían los antiguos, “pan y circo”. Ahora sí podemos entender la alta popularidad del presidente; no es política, es psicología social la clave… 

“Si tienes razones para amar a una persona, entonces no la amas” (Slavoj Zizek), no hay razón sino emoción. Una gran parte del pueblo está enamorado del presidente, veamos cómo evoluciona esta relación, será interesante seguir estudiándola…

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

 Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu

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