No es el escenario del borrado pasado ni del futuro incierto. Es el de una actual especie dominante en el planeta (la Humana) que libra el juicio determinante del promisorio mañana o de su propia extinción. Lo más patético es el “Avidia” (“Ignorancia” en sánscrito) que caracteriza al llamado “Homo Deus” (que se cree un dios en decadencia). Existe -por ejemplo- una Corte Penal Internacional de jueces cuya misión es juzgar a quienes son acusados de cometer crímenes de genocidio, guerra, agresión de lesa humanidad y limpieza racial. Tal ocurre actualmente en Medio Oriente. En su último veredicto la CPI ha pedido un mes de “prórroga” para determinar y esperar la investigación que lo verifique pese a su clara evidencia. Según se afirma aunque lo determinara, no tiene la autoridad de detener ese como otros genocidios mundiales. No importa a quién, cuándo ni dónde ocurra el holocausto de la paz. Lo triste es ver cómo caen las máscaras patéticas de una civilización que rinde culto a la guerra y su diabólica industria del caos. Los niños que mueren en bombardeos o en el vientre de sus madres bajo escombros, representan no sólo el futuro de una etnia sino del mismo “Homo Sapiens”, “Homo Bellum” u “Homo Deus”. El mismo que -además de ignorar su divinidad original- ha olvidado estar a las puertas de la “Sexta Extinción Masiva” en la Historia Natural. Tal ocurriera con los ancestrales grandes dinosaurios de las estepas mesozoicas.
Planeta sin ley, paz y sin humanidad, ante futuro incierto
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