Enigma de amar y no saber amar

Allende de la realidad del deseo encontramos el siguiente enigma: Muchos en la vida tienen amor, pero no saben amar. Tienen en sus manos el libreto de sus vidas, pero no saben actuar verazmente el amor. Saben idiomas, gramática y palabras, pero no el alfabeto del alma. Descubren dentro de sí el cariño, pero no pueden expresarlo. Como el que tiene el arpa pero no toca romanzas y canciones de amor… El que dice cosas sensatas, pero no las dulzuras de su ser. El que sueña con la montaña y nunca la ha subido o intentar subirla. El que tiene el bloque de mármol, el martillo y el cincel y no esculpe su amada ilusión. Muchos en la vida tendrán un espíritu de optimismo, pero la adversidad les sepulta el rostro con una máscara de derrota. Quieren sonreír, pero olvidaron sonreír. Porque en el submundo que vivieron sólo aprendieron gestos, muecas y sonrisas fingidas. En fin, ¡teniendo amor y no lo dan! Como quien no comparte la miel del ánfora y el néctar de su cáliz interior. Viven, pero no sueñan. Inmersos en su eterna vigilia y cordura, dejaron de pronto de soñar la vida, convirtiéndose en un incierto sueño más entre la muchedumbre de la soledad. Aman, pues, pero no practican el arte de amar. Otros aman pero entre cadenas y cerrojos. No son libres al amar, amarse a sí mismos y a la vida. Son amores cautivos. Desdichados. Dentro de su jaula de oro no cantan su viajera melodía de gorrión. Como la mustia flor que no abre sus pétalos sin la luz del sol… Como dos alas sin un cielo dónde volar. En fin, son aquellos que si alguna vez amaron, no lo supieron.