Las tensiones siguen en el Mar de China después de las elecciones que vieron, en Taiwán, el 13 de enero pasado, al candidato del partido demócrata progresista Lai Ching-Te (conocido también bajo su apellido anglosajón William Lai) ganar con 40.1% de los votos contra su principal opositor del Kuomintang, Hou Yu-Ih. Para la República Popular de China, representa un "grave peligro" por sus posiciones en favor de la independencia de la isla. El candidato del Kuomintang aceptó su derrota, obteniendo 33.2% de los votos.
El presidente electo de Taiwán es conocido por sus acciones para que la isla guarde su autonomía hacia China, mientras Beijing reafirmó poco después que se conociesen los resultados, que se "opondrán firmemente a las actividades separatistas que tienen como motivo la independencia de Taiwán, tanto como la injerencia extranjera" en un declaración de la agencia oficial de China nueva. La batalla de los comunicados ha sido intensa a raíz de las elecciones.
El portavoz del ministerio de la Defensa chino, Zhang Xiaogang, declaró el 14 de enero que "el Ejército Popular de China mantenía una vigilancia elevada en cualquier momento". Para Beijing, esta elección es considerada como nula y sin efecto. El propio ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, afirmó que "cualquiera sean los resultados de la elección, no pueden cambiar el hecho fundamental que existe una sola China, y Taiwán forma parte de ella". Toda la semana China mantuvo una forma de presión. Por ejemplo, el jueves pasado fueron cincos los globos que sobrevolaron la línea que separa la isla de Taiwán de su espacio, según el ministerio de Defensa taiwánés, que detectó también 10 aviones y 6 barcos.
Sobre el campo diplomático, Beijing tuvo un éxito esta semana: la República de Nauru declaro reconocer a la República Popular de China y romper con Taiwán. Taipei pierde uno de sus últimos apoyos en el mundo. Beijing demuestra su presencia internacional, en el espacio del Pacífico, estableciendo una forma de graduación en su respuesta después de las elecciones en Taiwán. Es decir, que se preserva a pesar de todo la voluntad de agravar las relaciones que quedan obviamente con los Estados Unidos, un actor esencial en la región. El estatus de la isla sigue siendo uno de los temas más sensibles de la relación sino-americana: Washington es el primer socio militar de Taiwán. El secretario de Estado, Antony Blinken, dijo "alegrarse" de trabajar en el porvenir, con Lai Ching-Te, "para hacer progresar nuestros intereses y valores compartidas, y seguir nuestra relación no oficial de largo tiempo, de manera coherente" con la posición oficial de los Estados Unidos. El nuevo líder de Taiwán, que asumirá funciones en el transcurso de mayo próximo, no tendrá mayoría en el parlamento y tiene que construir alianzas puntuales, con el riesgo de crear una inestabilidad política, volviendo mas difícil los proyectos de reformas.
Detrás de este contexto, está plantada una situación económica muy particular: Taiwán produce 70% de los semi-conductores del planeta, mientras 50% de los contenedores transportados en el mundo transitan por esta región. Por cierto, el tema fue abordado esta semana durante el Foro de Davos, que tuvo sitio estos últimos días, en Suiza. El asesor para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Jake Sullivan, habló sobre las últimas medidas de restricciones comerciales adoptadas por Washington, afirmando que no se trata de organizar un bloqueo a la China Popular.
Se limitaron la exportaciones de varios "chips" electrónicos, además de equipamientos y componentes. El objetivo consiste en impedir a Beijing adquirir semi-conductores susceptibles de ser usados en nuevos armamentos.
Para Washington, se trata de medidas de interés de seguridad nacional, cuando para China se trata de limitar el comercio con un alcance sobre su propia independencia. Jake Sullivan afirmó que "nuestros concurrentes estratégicos no deben poder explotar las tecnologías americanas para poner en tela de juicio nuestra seguridad nacional o la de nuestros aliados y socios". Obviamente, represalias chinas podrían ser tomadas, sobre bienes de consumo dentro de los cuales unos productos europeos.
Mientras el tema de Taiwán sigue siendo uno de los más sensibles en la relación bilateral EE.UU.-China, puntos de tensiones siguen fuertes al nivel internacional: en Europa sigue la guerra en Ucrania tanto como en Medio Oriente entre Israel y el Hamás. La situación en la penísula coreana sigue estando bajo vigilancia constante. Es decir, cómo las tensiones internacionales obligan en observar con atención el tema de Taiwán y, a través de este, la situación en la región del Pacífico.
Politólogo francés y especialista en temas internacionales.