Fuera del plazo que ordenaba la Constitución de Guatemala y bajo un ambiente de tensión y disturbios que se alargó por horas, el socialdemócrata Bernardo Arévalo estaba por asumir la presidencia este domingo por la noche.
En el día de su investidura como presidente de Guatemala, Arévalo tuvo que sortear más obstáculos para ser juramentado en el cargo.
No solo batalló durante meses contra las maniobras judiciales que buscaron invalidar su victoria electoral que logró con su promesa de combatir con rigor a los corruptos que controlan el país, sino que hasta el último momento los partidos afines al gobierno saliente trataron de empañar su llegada al poder.
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Pero Arévalo, hijo del primer presidente democrático de Guatemala, estaba seguro que sería investido como jefe de Estado del país centroamericano, en reemplazo de Alejandro Giammattei, tal y como lo ordena la ley.
Arévalo debía ser juramentado como presidente a más tardar a las 4:00 de la tarde del 14 de enero, plazo que ya establece la Constitución guatemalteca, pero hasta las 11:00 pm, su investidura aún no se había ejecutado. Pero Arévalo aguardaba paciente en el Teatro Nacional.
Caos en el Congreso
La dilación del acto oficial generó que el ambiente se tensara. Hubo enfrentamientos, insultos, diputados encerrados en salones bajo llave y un caos generalizado en el Congreso guatemalteco, según pudo constatar la agencia EFE.
Afuera del Congreso, manifestantes, varios de ellos indígenas que llegaron a la capital, forcejearon con decenas de policías que mantenían dos cercos en la parte trasera del Palacio Legislativo, en el centro histórico de Ciudad de Guatemala.
Los diputados de la nueva legislatura tenían previsto elegir al mediodía al nuevo presidente del Congreso, pero la legislatura saliente tardó horas para certificar a los 160 nuevos integrantes del Parlamento. Eso generó atrasos en la integración de la junta directiva que debía juramentar a Arévalo como presidente de la nación.
Esta circunstancia hizo circular los temores de un eventual “golpe de Estado”, como denunció el propio presidente electo, al acusar a la jefa del Ministerio Público, Consuelo Porras, y “otros actores corruptos” de obstaculizar e impedir su investidura.
La juramentación del nuevo Congreso guatemalteco para el periodo 2024-2028 debía llevarse a cabo como requisito previo a la investidura del presidente, una ceremonia que se celebraría en el Teatro Nacional ante una decena de jefes de Estado asistentes a la capital guatemalteca que esperaron largas horas por presenciar dicho acto.
Esto preocupó a la comunidad internacional, la cual pidió al Congreso de Guatemala que respetara la voluntad de los guatemaltecos y entregara el poder a Arévalo.
Entre las entidades que se pronunciaron estuvo la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE).
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“El pueblo guatemalteco expresó su voluntad democrática en elecciones justas, libres y transparentes”, aseguró una declaración en conjunto por parte “todas las delegaciones invitadas y representadas aquí” en Guatemala para la toma de posesión del mandatario electo.
La declaración fue leída en una improvisada rueda de prensa por el secretario general de la OEA, Luis Almagro, después de un encuentro de urgencia entre los cancilleres de varios países de la región que asistieron al traspaso de mando.
También Estados Unidos pidió este domingo al Congreso de Guatemala que “respete la voluntad del pueblo” en las urnas”.
“No hay duda de que Bernardo Arévalo es el presidente de Guatemala”, indicó a través de sus canales la administradora de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, Samantha Power, quien encabeza la delegación estadounidense que asiste a la toma de posesión del nuevo mandatario.
Horas antes, Arevaló reafirmó que su gobierno trabajará para cerrar “una época tenebrosa” de “cooptación corrupta del sistema político” y se mostró seguro de su investidura, a pesar de los intentos en los últimos meses de “clicas” o mafias “corruptas” por evitarlo.
“Aquí estamos, a pesar de todos los intentos de estas clicas corruptas por tratar de impedir que la voluntad popular fuera respetada”, dijo Arévalo de León en un mensaje a través de sus medios oficiales. Este domingo “la Constitución será honrada y habrá un cambio de Gobierno”, agregó
El sociólogo, exdiplomático y filósofo de 65 años, sería juramentado para un mandato de cuatro años.
Desde junio de 2023 que pasó a la segunda ronda presidencial con una candidata conservadora aliada del oficialismo, a quien venció cómodamente con un 60% de los votos por su mensaje anticorrupción, Arévalo y su partido Movimiento Semilla fueron blanco de una ofensiva judicial que denunció como un “golpe de Estado”, detrás del que estaría la élite política y económica que por décadas ha regido los destinos del país centroamericano.
La Fiscalía intentó retirarle la inmunidad de presidente electo, desarticular su partido progresista y anular los comicios, argumentando que hubo anomalías electorales.
La embestida judicial, basada en casos “espurios” según Arévalo, fue condenada por la ONU, la OEA, la Unión Europea y Estados Unidos, que sancionó a cientos de fiscales, jueces y diputados por “corrupción” y por “socavar la democracia”.
Como muestra del respaldo, al traspaso de mando ayer asistieron el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, delegados de Washington, el rey de España, Felipe VI, y, entre otros, los presidentes Gabriel Boric (Chile) y Gustavo Petro (Colombia).