Hoy, en el último día del 2023, que mañana será un 2024 sin estrenar y con la seria amenaza de elecciones, inconstitucionales y poco transparentes, vale la pena realizar un breve balance de lo ocurrido en el tiempo transcurrido, bajo un gobierno que a todas luces pretende eternizarse en el poder.
Terminamos el año como las Mil y Una Noches, con luces en las principales plazas de la capital, en un renovado centro histórico, que da gusto visitar, tanto para los que antaño lo vimos despejado y luciendo como una antigua tarjeta postal, como para las nuevas generaciones que han observado, sorprendidas, la belleza que escondían los miles de puestos de vendedores, que hoy no saben cómo ganarse la vida. Un logro de esta administración, imposible de lograr en fallidos intentos anteriores, gracias al permanente régimen de excepción.
Es positivo la seguridad que percibe la ciudadanía, especialmente aquellos que durante años vivieron en zonas donde las pandillas eran autoridad, debiendo pagar una renta para entrar o salir, siendo víctimas, muchas veces mortales, los encargados de camiones repartidores y las empresas que debían incluir en su presupuesto la millonaria renta exigida. El precio a pagar: pérdida de derechos y abusos de parte de las autoridades. Hay novedades imposibles de comprobar, porque ojos que no ven pueden creer en la existencia de una rutilante Bitcoin City, un país económicamente próspero gracias a la criptomoneda, cascarones vacíos denominados hospitales, cuando los verdaderos centros de salud son una vergüenza para aquellos que no pueden costearse un centro privado. Una enorme deuda que pagarán futuras generaciones, sin los fondos para su futura pensión.
Una megacárcel construida en tiempo récord, expropiando terrenos a pobres agricultores, sin el justo pago, y pronto, otro centro mucho mayor para albergar corruptos de anteriores administraciones, excepto los actuales funcionarios gracias a 7 años de reserva para datos que por ley deberían ser públicos. Para demostrar la aceptación mayoritaria de NI, hay derroche de publicidad de candidatos cian, pues el impago de la deuda política a los partidos de oposición, les ha amarrado las manos y la capacidad de hacer propaganda, a pocas semanas de la elección.
En este balance la educación es uno de los puntos que el gobierno más ha sacrificado. La construcción de un sofisticado edificio cuyas luces y estructura causan una magnífica impresión ostenta el título de biblioteca aunque parece un parque de diversiones, con recorridos para mirar y admirar, pero sin el elemento indispensable en un edificio de esa denominación: los libros. Y para dar continuidad al proyecto de mantener al pueblo ignorante y contentarlos con migajas, se rebajan los presupuestos de educación, se desprecia el clamor de los docentes por mejores salarios, impago a los proveedores, presupuestos escolares sin pagar al finalizar el año y escuelas en ruinas para quitar todo deseo de aprender en alumnos y padres. Y el jaque mate: la destrucción de la UES, dedicándola a otros usos y sin el presupuesto necesario para su funcionamiento.
Como una visión de esperanza del 2024 que empieza mañana, copio un poema de la escritora venezolana Leticia Rojas, titulado “SI YO TUVIERA UNA ESTRELLA”.
“Si yo tuviera una estrella/Que brille como en Belén/Alumbraría a mi Patria/ Para verla renacer/Le pido al Niño Bendito/Al Dios que está por nacer/Que nos regale el milagro/De resucitar como Él/Y que esta tierra grandiosa/Como en sus días lo fue/ Vuelva a brillar y a ser libre/Y a recuperar esperanza y fe/Que sea un país optimista/Donde impere la honradez/Que pueda más la confianza/Que el miedo a vivir en él/Si yo tuviera una estrella/Que brille como en Belén/Alumbraría a mi Patria/Para verla renacer/”
¡Muy feliz Año Nuevo para todos!
Maestra.