El destino es hacia donde van tus pasos, tus metas e ideales. Es al fin, un proyecto. Y no siempre decides el camino ni las probabilidades. Aun, el hombre no decide lo que va a desear, pues sólo la vida le hace desear. No elige nombre, raza, fecha ni lugar de nacer. Después intentará escribir su destino. Y su fortuna dependerá de factores ajenos a su libre albedrío. Y actuará su ventura, siguiendo sus propias ambiciones y el desarrollo de sus capacidades naturales. Así un día que le persiguen los lobos descubre que es un veloz corredor y si cultiva su destreza, a lo mejor termine ganando una triatlón o premio olímpico. Si su destino es llegar a ser un virtuoso cantante, quizá lo descubra un día mientras canta en el baño. Esto afirma que existen circunstancias sociales, naturales o divinas que nos aorillan a un determinado rumbo o destino, tanto feliz o incierto. Es lo que sería el arco del destino y nosotros las flechas del Divino Arquero. Él decide hacia donde las dispara: si a la nada o a las estrellas.
DIA A DIA