A lexei Navalni, el líder opositor a Putin en Rusia, ha “desaparecido” en estos días, lo cual, considerando la práctica de la dictadura rusa de envenenar o defenestrar a sus oponentes, no augura nada bueno para él ni para su familia ni para el mundo.
El régimen ruso ha sido acusado de envenenar con polonio a unos disidentes rusos que se habían refugiado en Inglaterra y que ante los atónitos ojos del mundo literalmente se fueron desintegrando hasta morir.
El último y público asesinato fue el del cabecilla del grupo mercenario “Wagner”, cuyo avión se estrelló con Prigozhin y varios de sus asistentes clave a bordo.
En tal sentido los líderes de la oposición a otro de tales monstruos, Lukashenko, de Bielorrusia, están refugiados en Polonia, desde donde manejan la resistencia.
Navalni cometió un grave error al volver de Alemania —donde fue tratado después que intentaron envenenarlo—, ya que su lucha habría sido más efectiva afuera que metido en una prisión de “alta seguridad” dentro de Rusia, donde apenas ha tenido la ocasión de enviar uno que otro mensaje vía su esposa.
Navalni cometió el mismo error de Giordano Bruno, uno de los grandes genios del Renacimiento, que había logrado vivir y difundir sus ideas moviéndose de un lado a otro de Europa hasta que cometió el mortal error de volver a Italia, donde los corruptos tatas curas de esa época lo tuvieron encerrado y aislado durante diez años hasta que fue quemado vivo en el “Campo dei Fiori” de Roma, donde ahora se levanta una estatua en su memoria.
Bruno sostuvo que la Tierra giraba alrededor del Sol, contradiciendo las teorías de la “iglesia” de entonces, que sostenía lo contrario pese a que la teoría ya había sido enunciada por los griegos, así como que en el Universo había un número infinito de soles, estrellas, lo que la ciencia actual ha comprobado, además de sostener que pueden existir un número infinito de universos.
La Iglesia pidió perdón, pero no rehabilitó la ciencia de Giordano Bruno
Los curas oscurantistas creían que, además de que el Sol giraba alrededor de la Tierra, que el cielo era una especie de “Olimpo” como pensaron los griegos, donde Dios residía rodeado de sus santos y bienaventurados, incluyendo los que no eran condenados al infierno, como describe el más allá Dante Alighieri en su Divina Comedia.
Para muchos, el “invento más rentable” es el del infierno, lo que permitió a los curas de entonces vender “indulgencias” para, a cambio de una suma de dinero, tener la garantía de no irse por un tiempo al infierno, lo que fue denunciado por Martín Lutero, cura que vio la clase de excesos de la Roma de su tiempo y la licenciosa vida de los jerarcas eclesiásticos, incluyendo tener concubinas e hijos, como el papa español Rodrigo Borja, cuyo nombre fue italianizado a “Borgia”, padre de Lucrecia y César.
Lutero clavó en la puerta de la iglesia de Worms sus 95 tesis; su extraordinaria traducción de la Biblia al alemán dio forma a dicha lengua, a lo que se agrega que esto coincidió con la invención de la imprenta por Gutenberg (en Europa ya que los chinos habían descubierto antes el uso de tipos móviles).
Si bien la Iglesia pidió perdón por el crimen, falta que rehabilite la ciencia y la doctrina de Giordano Bruno...