Soy originario de El Salvador. Nací en Departamento de San Miguel.
Soy hijo de un albañil y de una tortillera. Sentía la vocación y soñaba con ser médico. Con vocación de servir y aliviar el dolor.
Logré ingresar a la Universidad Autónoma de El Salvador.
En 1967, saliendo de la universidad, me encontré con dos señoras vecinas de la colonia donde residíamos en San Miguel, quienes después de los acostumbrados saludos, me preguntaron:
- ¿Qué andas haciendo, Noé?
-Estoy comenzando a estudiar medicina –respondí, contento de compartir con otros una situación que me llenaba de gozo.
Ambas señoras se miraron la una a la otra, siendo que una de ellas asestó la puñalada:
- ¿No te habrás equivocado? Ustedes son demasiado pobres para que estudies Medicina. Nosotros los conocemos bien. Creemos que pierdes tu tiempo.
Dudé unos segundos en responder, yo no podía abandonar mis buenas maneras a pesar de lo que la señora me había dicho:
-Sí, tienen razón, lo pensaré más despacio y me cambiaré a otra carrera.
Ser médico era mi sueño y era evidente que ellas no sopesaban mi esfuerzo por cumplir mi meta.
Esta vivencia me sirvió de estímulo para alcanzar la meta que me había propuesto… graduarme como galeno.
Proseguí creando mi futuro por medio del estudio, con ahínco y ánimo, sin desfallecer a pesar de las dificultades. Rendirme era peor que fracasar en mi intento. Tenía que lograr mi proyecto de vida y este solo dependía de una persona, la cual era YO.
Terminé mi carrera, hice mi servicio social en el Hospital Rosales. Al terminar, competí y logré ingresar al programa de residencia de Cirugía. Los primeros dos años los realicé en dicho nosocomio y el tercero lo efectué en el Hospital de mi querida Santa Tecla.
Ya convertido en Cirujano, implementé mi práctica privada, donde pude ayudar y apoyar a muchas personas en recuperar su salud, teniendo la suerte de hacer una gran cantidad de amigos y fieles pacientes. Todos fueron gente maravillosa.
Durante el tiempo en que me desempeñaba como residente de Cirugía en el Hospital José Rosales, una noche me encontraba cubriendo un turno. Eran las once de la noche cuando vi entrar a la emergencia a dos señoras que traían a una tercera, quien estaba evidentemente enferma. Esta dama era la madre de las dos señoras que me encontré cuando salía de la universidad en 1967.
Como médico por vocación, las atendí deferente y sin rencores. Las atendió el médico en cumplimiento del Juramento de Hipócrates.
¡Caramba, cómo la distancia y el tiempo pueden definir nuestra vida!
La distancia y el tiempo son fijos, cambian los viajeros.
En esta vida se tiene que viajar con metas y se vale soñar. Muchos de esos sueños se harán realidad; pero por favor, no hay que ceder el control de tu vida a otros. Vive según tus propios términos.
Hagamos cada día una versión nueva de nosotros mismos.
La vida nos permite escribir nuestra propia historia cada día.
Y principalmente, no creamos en predicciones que no nos empoderen. Creamos en las que nos dan poder. Seamos lo que nos hemos propuesto ser.
Actualmente, retirado por más de veinte años de la práctica médica, todavía sueño que estoy en una sala de operaciones.
Mi eco personal me repite: “Lo hiciste bien, Noé”.
Mis agradecimientos a todas las personas de Santa Tecla que depositaron su confianza en mí. Gracias, muchas gracias.
Médico y Cirujano
dr.noeramirez@gmail.com