“¡Despierta! -dijo el vidente del puerto- al trovador que había sido salvado del naufragio. Tu amada Gaviota ha vuelto a ti.” Sin creer lo que escuchaba el pescador cantor abrió sus ojos, viendo ante él a la mujer amada. “¡Has vuelto!” -dijo consternado de felicidad. “Siempre estuvo a tu lado -le aclaró el adivino. Fue la fiebre la que hizo que desapareciera a tus ojos. Ambos llegaron juntos desde el naufragio del galeón perdido. Pero ella siempre estuvo contigo.” Los amantes se abrazaron en medio de una dicha inaudita. ¡Su amada gaviota nunca se había ido de su lado! Los cantores del puerto entonaron la balada “Veleros de Papel”: “Vieja ilusión, dulce canción de pescadores/ Aquí o allá su corazón/ un ventarrón de amores/ Los pescadores ya se van/ con el sol de la tarde/ Buscando peces y diamantes/ alguna tierra de gigantes/ Los pescadores ya se van/ se los lleva una ola/ Y van dejando su cantar/ sobre las altas horas/ Buscando peces en el mar/ echan sus redes a volar/ Y el sol dorándoles la piel/ como veleros de papel/ Si les sorprende el porvenir/ las velas rompe el vendaval/ luchando para no morir/ los pescadores volverán/ Los pescadores ya se van/ se los lleva una ola/ y van dejando su cantar/ sobre las altas horas.” Antes de desaparecer en el aire, el adivino dijo a los felices amantes: “Desde golpeados peñascos de basalto alzan las gavias su vuelo al infinito. Por igual, donde mueren las olas se levantan tus sueños sin volar.” (y XI) (De: “El Mar de las Leyendas” C.B.)
“Canción de pescadores”: un ventarrón de amores
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