En este país, las cosas se olvidan rápido, la corrupción cambia de color, bandera, y no importa, el pobre siempre paga los platos rotos. Ese fenómeno tiene una base sobre todo cultural: la ignorancia, la falta de oportunidades, el control de unos pocos de la riqueza, la desigualdad.
Ese fenómeno, además, no es algo que sólamente ocurra en los "temas importantes del país", sino que permean en absolutamente todos en la sociedad, hasta en el deporte.
Así pues, que no le paguen a los jugadores este torneo, que descienda un equipo con deudas, que otro no se haga cargo de un jugador lesionado sale en un par de notas de medios. Y ni hablar del abandonado fútbol femenino, del machismo, de acoso sexual que simplemente se ignora. (Se acuerdan del caso del abogado que tocó a una niña). Se pasan las leyes donde quieren. Luego, se olvida. El fútbol, el show debe continuar. No han pasado sólo presidentes en la FESFUT, o en las entidades deportivas como INDES o COES, han pasado décadas con cientos de personas, y la situación es casi la misma de siempre. Apoyan cuando el atleta ya brilla, sino no hay plata nunca. Y dejan de apoyar inmediatamente cuando ya no les son "útiles", o piensan diferente, o llevan una bandera diferente (bandera política).
Hace 6 meses ocurrió la mayor tragedia del fútbol nacional, un 20 de mayo, en el estadio Cuscatlán cuando Alianza y FAS jugaban un partido. En nobre de esa tragedia, y de esas familias dolientes, se dijo que se paraba el fútbol, se castigó al estadio Cuscatlán como medida de seguridad debido a que, entre otras cosas, no cumplía con una infraestructura adecuada. Curiosamente, sí se ha utilizado para eventos masivos (no deportivos). Claro está, y no es un punto menor, han sido otros los organizadores. Se paró todo el fútbol, cuando los demás escenarios no estaban en tela de juicio. La Liga y FESFUT no pudieron ponerse de acuerdo para echar a andar de nuevo al deporte en otros escenarios.
Desde aquel triste 20 de mayo, algo se ha invertido en mejoras de infraestructura del estadio Cuscatlán pero las observaciones continúan. Ahora resulta que se volverá a usar para un Águila-FAS aunque no estén todas las situaciones resueltas. Y les darán un mes para programar un calendario de lo que falta para cumplir con todas las medidas, las cuales podrán ejecutar en hasta 6 meses.
Así funciona este país, siempre dando prórrogas a los que no pagan, a los que no cumplen a cabalidad, a los que no tienen la capacidad. Si se cerró el Cuscatlán fue porque no cumplía y se corre el riesgo de que una tragedia similar vuelva a ocurrir mientras todos los pormenores no se subsanen, y eso incluye la capacitación al personal de EDESSA, y de los equipos de Primera División, además de campañas de concienciación a la afición.
¿Está realmente el Cuscatlán en condiciones de que eso no ocurra para un Águila-FAS hoy? Hubo una comisión que ya lo avaló. ¿Están realmente los escenarios restantes en condiciones para que eso no ocurra? ¿Está la gente preparada, la policía, los delegados de cancha, los administradores de los equipos, están listos para evitar desgracias? ¿Está la afición consciente que gran parte del problema es por cómo actúan, porque se emborrachan y empujan en la entrada? ¿Está la gente preparada para aceptar cada una - periodismo incluido - su responsabilidad? La respuesta, tristemente, es NO. Se han hecho pequeños cambios, pero no suficientes, porque en este país olvidar es fácil cuando no eres de esa familia que tiene a un preso inocente, porque en este país olvidar es fácil cuando no fue tu hermano el que murió en la estampida en el Cuscatlán, porque en este país, olvidar es fácil cuando no fuiste tú el que perdiste todo en la última tormenta tropical. ¡Juegue, dijo el árbitro!
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