Naciones Unidas anunció esta semana que se espera que el actual fenómeno de El Niño dure al menos hasta abril de 2024 en un 90 % de probabilidad. Es posible, también, que se intensifique y su influencia continúe más allá. Por ello, en nuestro país se retrasará, como ya sucedió este año, la llegada del invierno y las lluvias.
Para El Salvador, esto constituye un problema serio porque la producción agropecuaria, ya en declive por múltiples factores, depende en gran medida del agua. Y llega a agravar aún más las cargas del país: la sequía de julio y agosto hizo mella en la producción de maíz; y la tormenta Pilar arrasó con la de frijoles.
Por ello, a día de hoy, el país ha perdido un aproximado 1.7 millones de quintales de estos dos granos básicos. Según Luis Treminio, de CAMPO, para 2023 se esperaban, en principio, unos 19 millones de quintales, cinco millones menos que los que necesita la población de El Salvador para su subsistencia.
Desde antes de que se empezara a sembrar, por tanto, se tenía la certidumbre de que habría un déficit importante. Se sembraron 5,200 manzanas menos respecto a 2022. Los casi dos millones de pérdidas extras han aumentado la insuficiencia a 7 millones de quintales.
LEA MÁS: Tormenta tropical Pilar arrasó con el 13 % de cultivos de frijol proyectados para 2023
“Ahora estamos peor que en 2018, el último periodo previo con sequía. Entonces perdimos el 40 % de la producción, pero lo esperado eran 28 millones de quintales. Quedamos en 19 millones. La situación es ahora tan grave que esos mismos 19 millones eran la producción esperada, sin la incidencia de fenómenos climatológicos”.
Luis Treminio, presidente de CAMPO.
Ahora, El Niño podría retrasar la llegada del invierno en el 2024, lo que provocaría que los agricultores siembren más tarde. Y con la experiencia de este año, serán menos los que se atreverán a plantar por miedo a perderlo, de nuevo, todo. Por tanto, se calcula que se sembrarán aún menos manzanas que en 2023.
Un camino cuesta arriba
Para Héctor Aldana, dirigente de Asociación Nacional de Trabajadores Agropecuarios (ANTA), esto es entendible porque quien trabaja la tierra se enfrenta a una multitud de obstáculos, como los insumos caros y la no existencia de semillas resistentes, que por lo menos den un poco más de esperanza ante un cielo sin lluvias.
Cuando hay déficit en la producción, la alternativa es la importación. Lo que conforma un círculo vicioso para Aldana:el agricultor salvadoreño tiene que competir, entonces, contra productores extranjeros, quienes corrientemente tienen su cosecha subsidiada en importantes porcentajes. Así, se saca del mercado a muchos locales.
Por eso, desde su asociación plantean que el Gobierno central realice esfuerzos por proveer de una semilla mucho más adecuada para la realidad actual en el caso del maíz. Aldana sostiene que la apuesta debería hacerse por las variedades criollas, que proveen un grano mucho más nutritivo y pueden dar un rendimiento de entre 70 y 80 quintales por manzana. Pero la fe en las instituciones es poca.
“Desde el MAG la ayuda que le llega al agricultor no es suficiente, y llega a destiempo y con mala calidad. Este año, por ejemplo, mucha semilla de frijol no germinó”, Héctor Aldana, dirigente de ANTA.
Pero en El Salvador, incluso la producción de semilla mejorada va en declive, pues algunos productores han decidido salirse del negocio, porque ya no es rentable.
Uno de ellos es Pedro Ortega, de las Asociaciones Cooperativas de Producción Agropecuaria (ACOPAI), que se especializaba en la semilla H59, un poco más resistente a la sequía. Asegura que este año no han sembrado ni sembrarán, debido a los altos costos y a la escasez de mano de obra.
“El año pasado nos estranguló económicamente”, sostiene. Ortega cree que otros productores podrían salir del mercado por factores más cuestionables: colegas le han contado que desde el Gobierno no le han pagado las entregas de semilla mejorada del año 2022.
Algo parecido ha ocurrido con los ganaderos del país: al menos dos grandes (ubicados en Zapotitán y en San Miguel) se salieron del negocio este año, pues, por la falta de lluvias y pastos, tuvieron que alimentar a sus animales con concentrado, lo que fue inasumible. Y el 2024 no pinta mejor.
