En el breve momento que cada uno de nosotros vive —como lo señaló el filósofo Séneca, forzado por el desquiciado emperador Nerón a suicidarse— llegamos, nos alimentamos, usualmente nos reproducimos y… la mayoría piensa que personas tan excepcionales como ellos deben irse al cielo a vivir en la eternidad; otros como ciertas sectas hindúes creen en la reencarnación, mientras los más pesimistas, o realistas, entre ellos Arnold Schwarzenegger, dicen que la gente muere y nada pasa, todo terminó.
En uno de sus relatos Franz Kafka, el escritor checo que escribía en alemán para que su obra se conociera en el mundo, relata, en primera persona, cómo un creyente en la reencarnación que ha reencarnado, se burla de quienes de él se burlaban, hasta descubrir con horror que era una cucaracha cuando una bota estaba a punto de aplastarlo…
¿Cómo quisiera cada uno de nosotros reencarnar? “Quisiera” porque las deidades que guían la reencarnación —de haberlas— pueden por igual decidir que Pedro resurja como burro o como una bellísima mujer… nadie conoce el futuro, por lo que se debe hacer del presente lo mejor que podamos, pues hay quien dice entre los hindúes que el reencarnado se convierte en lo que está pensando o haciendo al morir: si es bueno, un ángel: si es malo, una serpiente o un cerdo.
Si llegamos a este valle de lágrimas a comer en primer lugar y a reproducirnos de ser posible, comer lo mejor que podamos desde tortillas con sal hasta un banquete en un restaurante cuatro estrellas Michelin, si una persona se propone con una medida de ingenio y siguiendo tutoriales en YouTube, puede hacer de su mesa, de modesta para arriba, un lugar un tantín más deleitoso que la de quienes simplemente se atiborran o no pasan de comida chatarra, como los simples y primarios gustos de los niños que con frecuencia dicen “eso no me gusta porque nunca lo he probado…”
Pero, Pepito, por Dios, ¿cómo puedes decir tal barbaridad?
Pepito por toda respuesta tiene su boquita cerrada, como suelen hacer muchos niños…
Con paciencia e imaginación todos pueden ser buenos chefs
Un amigo que con el tiempo se ha convertido en excelente cocinero, aunque ejerce una profesión liberal, nos dice cómo inicio en el arte de la gastronomía: deleitándose con un “borscht” en un restaurante ruso aunque igual es un plato común entre los judíos, sin duda antes de ser forzados a salir de Rusia en los muchos pogromos que los martirizaron, como se expone en la película “Violinista en el Tejado” cuyo principal actor, Topol, un judío griego, murió hace poco tiempo.
El Borscht, que en su mejor variante es elaborado principalmente de remolacha roja, fue el plato principal del monstruo Stalin, a quien el despistado Neruda, premio Nobel chileno de literatura, dedicó una oda… Oda al segundo más grande genocida de la historia después de Mao, figura cimera en la dictadura china…
Se puede siempre aprender a hacer mejores o más ricas pupusas, hacer en casa los maravillosos arroces italianos (los risottos), los espaguetis con almejas tan gustados por los romanos, la pizza Margarita que tuvo su origen en Roma, el plato que se originó cuando la reina Margarita pidió a su panadero un preparado con los colores de su corte: blanco, verde y rojo…y ¡cómo no mencionarlo!: papas a la huancaina y ceviches peruanos, país con una de las mejores cocinas del mundo.
Nuestro amigo prepara una excelente sopa fría de ajo blanco, muy española, ensaladas con fetta a la griega al igual que un muy buen y picante kimche al estilo coreano…