El egoísmo puede llevarnos a un estado de tristeza y soledad, afirman los especialistas. Tristeza, porque nos impide degustar y compartir lo dulce y maravilloso de la vida. Soledad, porque nos aísla del mundo circundante, de Dios y de las personas amadas. Debemos tratar al semejante y a los seres queridos con la misma ternura, respeto y amor que deseamos para nosotros mismos. Si desechamos el egoísmo de nuestra existencia estaremos en camino de construir un mejor mundo interior cada día. Y sobre todo, una mejor persona humana y cósmica. Alejados pues del egoísmo nos alejaremos de la tristeza y de la soledad existencial. Regresaremos a casa. Es decir a nuestro ser verdadero, conquistando con nuestro propio despertar al mismo mundo físico y material de sus anhelos. Rodeados de lo bueno del mundo, del milagro verde de Natura, de las flores nuevas del amor, no estaremos solos ni viejos. Seremos seres nuevos abrazados y dichosos, iniciando la vida cada día. Compartiendo, no estarás solo en la tristeza ni en la felicidad. Siempre habrá un alma junto a ti, partiendo –como dice el axioma— en dos tu dolor y multiplicando tu alegría. Cuando muere el egoísmo, nace la dulzura de amar.
El egoísmo causa tristeza, según la ciencia
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