Xi Jinping y Vladimir Putin se reunieron en Pekín para montar “un nuevo orden mundial” cuyos satánicos rasgos son, aunque no lo revelen, más que evidentes dada la trayectoria de ambos:
—una fórmula de “neo-comunismo” que admite métodos capitalistas de producción pero siempre dentro del esquema de control político;
—mordaza permanente: nada se puede decir ni publicarse sin la venia del régimen, equivalente al “nihil obstat” (no hay objeción) de la Iglesia oscurantista hasta la Revolución Francesa en Europa;
—torturas, persecución de disidentes, largas penas de cárcel o “desaparecimientos” sin que los perseguidos puedan invocar derecho alguno a su favor;
—“presos políticos” como bajo el actual régimen salvadoreño, que permanecen detenidos bajo cargos inventados como “incumplimiento de deberes” o “enriquecimiento ilícito” con cifras sacadas del aire;
—que reos mueran en las cárceles pese a su grave estado de salud, como Raúl Mijango, será la regla, allá como acá; en otros casos se denuncia que los jueces dan las cartas de libertad, pero no entregan a los reos hasta que están muertos, como le ocurrió a Luis Armando Rodríguez, de 54 años, de Santa María, Usulután. Muchos de los detenidos bajo el régimen han sido acusados de “tratos con las pandillas” pese a que el carcelero mayor ha sido acusado de propiciar reuniones de mareros para nuevas “treguas”.
—Acusar de “espionaje” a periodistas y corresponsales y condenarlos a largas penas de cárcel, como el enviado a Rusia por el Wall Street Jornal, Evan Gershkovich, es la amenaza permanente sobre quienes ejerzan periodismo de la naturaleza que sea, tanto en China como en Rusia al igual que en Irán y toda dictadura;
—la educación deja de ser tal para convertirse en indoctrinamiento; como señalan observadores, la “enseñanza” en China tiene como primordial objetivo “amar a Xi Jinping”, considerarlo como la “encarnación de Dios sobre la tierra”, lo que ni el asesino serial Fidel Castro pretendió ser aunque algunos emperadores romanos como Nerón y Calígula pretendieron ser divinidades;
—el “nuevo orden mundial” pretende acabar con la democracia en el mundo, anular elecciones para escoger líderes que a su vez están limitados por leyes y el Orden de Derecho, a respetar el Orden Internacional en su trato con otras naciones, lo que vendría a ser un “neo-imperialismo” con pretensiones de someter otros países a su órbita, un “bullying” a nivel mundial, lo que ya ejerce tanto China en el sudeste de Asia como intenta Rusia respecto a Europa;
—de culminar tales pretensiones, la racionalidad, el Orden Moral, la compasión por los menos afortunados —por “los pobres del mundo” — se convierten en inútiles quimeras. De la discusión de problemas a través de argumentos lógicos, de respeto al otro, se pasaría a imposiciones forzadas.
Señor Trump: “En esta América nadie está encima de la ley…”
El satánico esquema se repite en todas las dictaduras, desde los “mini-despotismos” de ególatras que literalmente creen ser “la pierna de Júpiter” hasta los demenciales esquemas como el imperante en Venezuela, en varias naciones africanas y antiguas repúblicas soviéticas como Bielorrusia bajo Lukashenko…
Hace poco el exjefe del Estado Mayor estadounidense, general Mark Milley, declaró que no iba a ser amanuense a un “aspirante a dictador”, Donald Trump, a quien la justicia está examinando por fraude y sus desbocadas declaraciones… “En América nadie está encima de la ley…”..