El criminal de guerra y asesino serial Vladimir Putin, a quien “el tiro le salió por la culata” con la no provocada invasión a Ucrania que en su podrido cerebro iba a durar alrededor de dos semanas, ha decretado orden de captura de tres miembros de la Corte Penal Internacional que ordenó la captura de Putin y de la mujer que organizó el secuestro de niños ucranianos, algunos de los cuales fueron arrebatados a sus madres y familias, sin que se conozca su paradero.
La “orden de captura” equivale a las “fatwas” con las que los musulmanes condenan a muerte por las razones que sea a creyentes o no creyentes y no descansan hasta lograr su objetivo, como quedó demostrado con la agresión al escritor y poeta de origen indio Salman Rushdie, que perdió un ojo en el ataque más reciente.
El criminal Putin, como quedó demostrado con el asesinato de Prigozhin y varios miembros del grupo terrorista Wagner, tiene un historial de perseguir enemigos donde se encuentren, como comprueban sus meneos para asesinar a un disidente refugiado en Florida y el asesinato con polonio de tres rusos refugiados en Londres y que ante los asombrados ojos del mundo literalmente se desintegraron hasta morir.
Es evidente que los amenazados deben buscar toda la protección requerida, pues los perros de ataque ya se soltaron, como en la historia del “Sabueso de los Baskervilles” de Sherlock Holmes…
La amenaza va más allá del poder del criminal en Rusia, pues busca proteger el botín y las grandes mansiones calculados en cien billones de dólares o más, lo que hace del sicópata uno de los hombres más adinerados del mundo, con un capital superior al de Zuckerberg, Jeff Bezos y Bill Gates.
La orden de arresto, equivalente a un asesinato programado, se basa en que “Rusia” —vale decir Putin— no reconoce la jurisdicción de la Corte Penal, como en su momento los nazis y otras dictaduras de entonces no reconocieron a la Corte Permanente de Justicia Internacional.
La orden del carnicero recuerda a los nazis de Hitler a punto de invadir el Palacio de la Paz, sede de la Corte Permanente de Justicia Internacional en La Haya, Países Bajos, en cuyas puertas fueron confrontados valientemente por su presidente, el patriota salvadoreño doctor José Gustavo Guerrero.
Debemos luchar para dejar un mundo mejor a nuestros hijos
La Corte Penal Internacional es parte del engranaje de entidades que velan por la vigencia de derechos y normas fundamentales para proteger individuos, grupos y naciones de depredadores de toda clase, lo que en nuestra América se realiza por la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José), un tratado que no todas las naciones y menos enloquecidos despotismos reconocen.
El más reciente atropello de Ortega de Nicaragua fue robar los bienes del INCAE, una entidad eminentemente educativa como lo ha sido el INSAFORP en nuestro país, a la que el régimen quiere caerle a su millonario presupuesto e instalaciones en grave detrimento de la capacitación de miles de jóvenes y adultos… van tras cada centavito.
La educación de los pueblos les estorba a estos regímenes de fuerza, prueba de lo cual es el robo de las instalaciones de la UCA en Nicaragua o el incumplimiento de la promesa de reconstruir 5,150 escuelas urbanas y rurales en El Salvador.
Todo hombre de bien debe luchar para que la racionalidad, la democracia, el Orden de Derecho prevalezcan sobre el odio y la arbitrariedad, la persecución, los encarcelamientos, los que sufren, para que nuestros niños, los niños del mundo, hereden un mundo más límpido, promisorio, feliz y sin estériles antagonismos y conflictos…