El pasado 8 de mayo, Jairo Jonathan Orozco Góchez, de 31 años, fue capturado por la Policía Nacional Civil (PNC) que llegaron a sacarlo del lugar donde trabajaba desde hacía tres años como seguridad.
Desde entonces, su madre ha estado intentando cuando puede para demostrar que su hijo no es pandillero, mismo que le dijeron los policías que lo arrestaron y otros del puesto a donde lo llevaron inmediatamente después de capturarlo.
Ely Góchez, madre de Jairo, relata que aquel 8 de mayo, su hijo estaba trabajando en un hotel de la playa El Tunco; llegaron varios policías, le preguntaron si él era pandillero y, obviamente él lo negó.
Ante el intento de mediación de otras personas en favor de Jairo, los policías le dijeron que no lo podían dejar porque si lo capturaban, a ellos los iban a castigar. Los agentes le permitieron hacer una llamada a Jairo y fue así como su madre se enteró.
De inmediato, Ely se fue a la dependencia policial a donde su hijo le dijo que lo llevarían. Un agente policial le reiteró a Ely que a Jairo no le aparecía nada en el sistema, es decir, no tenía antecedentes o vínculos con pandillas, pero que quedaría detenido “en vías de investigación por el delito de agrupaciones ilícitas porque su expediente no podía quedar en blanco”. Eso dice la madre de Jairo.
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“Eso es algo muy injusto porque él nunca había estado detenido, siempre ha sido un joven que a ayudado y colaborado con instituciones de socorro”, afirma Ely, quien se gana la vida vendiendo café con pan en la playa El Mahahual y otras aledañas.
Colaborador desde la niñez
De acuerdo con Ely, Jairo comenzó a colaborar con instituciones de socorro desde que era niño hasta convertirse en guardavida de Cruz Verde, Comandos de Salvamento, y también formó parte de un equipo de guardavidas municipales.
La afirmación de Ely la confirman vecinos de las playas El Majahual y El Tunco, además de materiales como fotografías y vídeos en los que aparece Jairo arriesgando su vida para salvar la de turistas, como sucedió en el verano de 2016.
En esa ocasión, diez personas fueron arrastradas por una corriente marina. Jairo y otro guardavida fueron los primeros en reaccionar, logrando rescatar a nueve .
Su madre compartió un vídeo y una fotografía de aquel día, en los cuales se ve al joven lanzarse al mar y luego se lo ve cargando a uno de los turistas que logró rescatar.
Ely comenta que por razones de inseguridad generadas por pandillas, ella le pidió a su hijo que ya no siguiera como guardavidas. Fue así como en el 2021 comenzó a trabajar en un hotel y restaurante de la playa El Tunco, donde fue arrestado el pasado 8 de mayo.
Incluso, la Fiscalía General de la República le entregó a Jairo un diploma de “Formación de multiplicadores para la prevención de la violencia y la construcción de una cultura de paz”. Esto fue en 2002.
En el trabajo esperan que vuelva pronto
Además de obtener copia de los documentos con los cuales Ely ha pretendido demostrar ante las autoridades que su hijo es una persona trabajadora y servicial a su comunidad, El Diario de Hoy confirmó con la dueña del hotel que el joven fue capturado en mientras trabajaba.
“Sí, efectivamente estaba laborando con nosotros como seguridad; aún lo estamos esperando a que se resuelva su caso y cuando este libre incorporarlo nuevamente a la empresa. Él es una persona súper responsable y con valores bien fundamentados. Sé que esto ha sido un mal entendido”, afirmó Rosa Ruiz.
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“Yo he presentado todos los arraigos (documentos) que me pidio el abogado de la Procuraduría pero hasta el día de hoy no he tenido ninguna respuesta. Y es injusto porque solo Dios sabe cómo cuesta para conseguir todo lo que piden”, comentó Ely, desilusionada porque a más de cuatro meses, su hijo sigue preso, según ella, injustamente.
“Yo soy una persona honesta; trabajo vendiendo en la playa. Con mucho sacrificio saqué los arraigos (documentos) y le llevo su paquete a donde esta detenido. Hasta hoy no sé cómo está, si está sano o enfermo”, añadió Ely.
Jairo se encuentra en la Granja Penitenciaria de Zacatecoluca, a donde fue trasladado del penal de Izalco, mientras su compañera de vida trata de salir adelante, sola y con empleos informales y ocasionales, con la manutención de sus dos hijas de 13 y 6 años.