En los albores de la existencia humana, cuando nuestros antepasados homo sapiens deambulaban por la sabana africana, un sentimiento se alzaba como el más fundamental para su supervivencia: ¡el miedo! A lo largo de la historia, el miedo ha sido una emoción poderosa y adaptativa que ha permitido a nuestra especie evolucionar y enfrentar amenazas de manera efectiva.
La evolución del miedo: desde el principio, el miedo fue esencial para detectar y responder a las amenazas. Nuestros antepasados necesitaban estar alerta ante depredadores, lo que les permitía tomar decisiones rápidas para escapar o defenderse. En este sentido podemos decir que el miedo nos ha permitido desarrollar diversos campos del quehacer humano, como:
Construcción de la memoria: el miedo también desencadenaba la construcción de la memoria a largo plazo, lo que permitía a los seres humanos recordar y evitar situaciones peligrosas en el futuro.
Cooperación y comunicación: el miedo no solo tenía un valor individual sino también social. Fomentaba la cooperación entre los miembros de una comunidad y permitía la comunicación de amenazas potenciales.
Desarrollo de normas y reglas: a medida que las sociedades humanas evolucionaron, el miedo contribuyó al desarrollo de normas y reglas que ayudaron a mantener la cohesión social y a prevenir el caos.
Miedos contemporáneos: a pesar de los avances en la civilización y la tecnología, el miedo sigue siendo relevante en la sociedad moderna. En la actualidad, nos enfrentamos a nuevos miedos relacionados con la seguridad, la salud, y el futuro.
Impacto en la toma de decisiones: el miedo sigue siendo una poderosa influencia en la toma de decisiones individuales y colectivas. Los líderes políticos y sociales a menudo aprovechan el miedo para movilizar a la población.
Hasta aquí lo que podemos afirmar es que el miedo ha sido una constante en la historia de la humanidad, desde los tiempos más primitivos hasta la sociedad moderna. Esta emoción ha sido fundamental para nuestra supervivencia y desarrollo como especie, permitiéndonos enfrentar peligros, formar comunidades y adaptarnos a un mundo en constante cambio. Aunque el contexto ha evolucionado, el papel del miedo en nuestras vidas sigue siendo innegable, recordándonos que, en muchos sentidos, seguimos siendo los descendientes de aquellos homo sapiens que deambulaban por la sabana africana, confiando en su instinto de supervivencia.
A pesar de vivir en sociedades modernas con autoridades que en mayor o menor grado proporcionan seguridad y en las que, la mayoría de los peligros naturales han sido controlados, nuestro cerebro aún alberga el recuerdo de un miedo ancestral. Este vínculo inquebrantable con el miedo es conocido como memoria filética y nos conecta directamente con nuestros antepasados, que deambulaban por la sabana en busca de supervivencia. Pero, ¿qué es la memoria filética del miedo?: este tipo de memoria, también conocida como memoria de miedo ancestral, es la capacidad del cerebro para retener y transmitir el miedo a través de las generaciones. Se cree que esta memoria se formó durante millones de años de evolución humana para asegurar la supervivencia de la especie.
Nuestros antepasados dependían del miedo para sobrevivir en un entorno lleno de peligros naturales, como depredadores y escasez de recursos. La memoria filética se desarrolló como un mecanismo de supervivencia crucial. A medida que la humanidad progresó y formó sociedades complejas, muchos de los peligros naturales fueron controlados. La seguridad se convirtió en una preocupación primordial de las autoridades y comunidades. A pesar de estos avances, la memoria filética persiste en nuestros cerebros. Esto se debe a que nuestra evolución biológica es mucho más lenta que nuestros avances tecnológicos y sociales. La memoria filética influye en los miedos contemporáneos, como el miedo a lo desconocido, el miedo a la violencia, y el miedo a la pérdida. Estos miedosa menudo se desencadenan por situaciones que no representan una amenaza real en nuestra vida cotidiana. La persistencia del miedo ancestral en nuestra psicología puede influir en nuestras decisiones y comportamientos, incluso cuando no enfrentamos amenazas reales.
En conclusión, la memoria filética es un recordatorio constante de nuestra conexión con nuestros antepasados y la importancia del miedo en la evolución de nuestra especie. Aunque vivimos en sociedades modernas con un alto grado de seguridad, no podemos escapar de la influencia del miedo ancestral en nuestras vidas. Reconocer esta conexión puede ayudarnos a comprender mejor nuestras emociones y decisiones, y a desarrollar estrategias para lidiar con los miedos irracionales que a menudo experimentamos en la sociedad contemporánea.
Es fascinante cómo el miedo arraigado en nuestro memoria filética puede ser aprovechado por diversos actores para ejercer control sobre las personas en la sociedad moderna. A través de las líneas previas hemos explorado la evolución del miedo desde nuestros antepasados hasta la actualidad y cómo esta emoción sigue siendo una parte fundamental de nuestra psicología. Ahora, examinaremos cómo este miedo ancestral se convierte en una herramienta de manipulación y control en manos de criminales, terroristas y, en algunos casos, del propio Estado. Así hoy podemos encontrar:
El miedo como herramienta: los criminales que extorsionan a sus víctimas explotan el miedo arraigado en la psicología humana. Amenazas de violencia, secuestros o daños a la propiedad son tácticas que buscan aprovechar el miedo a la pérdida para obtener dinero u otros beneficios.
Efecto paralizante: el miedo a las represalias paraliza a las víctimas, haciendo que cedan a las demandas de los extorsionadores para evitar el daño percibido.
Terrorismo y el control a través del miedo. Tácticas terroristas: los grupos terroristas utilizan tácticas de terror, como ataques indiscriminados, secuestros, amenazas y visualización de la crueldad, para sembrar el miedo en comunidades enteras. Su objetivo es doblegar a las sociedades y ejercer control a través del miedo.
El miedo como instrumento político: el miedo puede ser utilizado como un instrumento político para presionar a gobiernos o sociedades a ceder ante las demandas de quienes gobiernan; lo que puede tener consecuencias políticas significativas.
Pero también en algunos casos, que no son pocos y están en toda la historia moderna de la humanidad, de la llamada civilización, los Estados utilizan el miedo para imponer silencio y obediencia a los ciudadanos. Esto puede manifestarse en la represión de la libertad de expresión, el control de los medios de comunicación o el uso de la fuerza para mantener el orden (más allá de la indispensable, claro está). Hay una “promesa de seguridad a cambio de obediencia”, lo que lleva a los ciudadanos a aceptar restricciones a sus libertades individuales en busca de protección.
En todos estos casos, el miedo se convierte en una herramienta poderosa para ejercer control sobre las personas. La memoria filética, arraigada en nuestra psicología, hace que los seres humanos sean susceptibles a estas tácticas de manipulación. Reconocer este fenómeno es fundamental para comprender cómo se perpetúa el control y cómo se pueden tomar medidas para contrarrestarlo.
La educación de verdad y de calidad, el empoderamiento y la promoción de sociedades basadas en valores de libertad y justicia, son posibles soluciones para contrarrestar la influencia del miedo en nuestras vidas y comunidades.
Hay que ser de los inteligentes que se suman, sin dejarse doblegar por el miedo; no de los otros, que se multiplican y ceden.
Médico Nutriólogo y Abogado de la República