Toyota, la empresa pionera en casi todos los sistemas de mejora continua que aplicamos en el mundo, ha parado sus 14 plantas en Japón desde el martes 29 de agosto. ¿Se imagina esa situación en un país del Primer Mundo industrial, líder en la prevención y en la reducción del desperdicio y los costos de producción? Y no es por un problema laboral, sino por una falla del sistema informático para la planificación de las secuencias de fabricación y la interconexión con los proveedores, pues todas las plantas trabajan con inventarios mínimos y el sistema just in time.
Según mi experiencia en Ford, cada planta de ese calibre produce unos mil quinientos vehículos al día. Los portavoces de la empresa informaron que no se trata de un ciberataque, sino de un problema interno. Quizás muchos pensamos que problemas como este, precisamente en Toyota, no pueden suceder, pero sucedió. ¡Nada es seguro en la informática!
Aquí los miles de profesionales ligados a la formación profesional quizás pensaban que no podía suceder que el Insaforp, en menos de un mes, desaparecería y les dejaría sin trabajo, pero sucedió. ¡Nada es seguro en ninguna institución!
Si el próximo gobierno español lo forma el Partido Popular, que tuvo mayoría de votos pero no alcanzó la mayoría absoluta, o el Partido Socialista, por medio de una amnistía inconstitucional a un político prófugo de la justicia española en Bruselas, también es un fenómeno que puede suceder. ¡Nada es seguro en la democracia!
Y también en España no esperaban que podía suceder, que este verano será el más caliente de la historia por el cambio climático y que en pleno verano, caería una DANA, tormentas que causan inundaciones devastadoras, que inundarían varias provincias y alejarían el turismo, pero sucedió. ¡Nada seguro en la naturaleza!
También puede suceder que las próximas elecciones en EE.UU. las gane un expresidente fichado por la justicia y acusado de más delitos. ¡Nada es seguro en la política!
Pero en Toyota los japoneses saldrán reforzados de este problema, pues para ellos las crisis son oportunidades y las aprovechan para dar saltos cualitativos.
Sin perder la sana expectativa de progreso, veamos en qué termina la integración del Insaforp con el Injuve, pues aunque uno de los argumentos es reducir la pobreza, quizás son solo buenas intenciones políticas, pues aunque es triste y malo que haya pobreza, aquí y en muchos países sigue creciendo, incluso en EEUU y la Unión Europea.
¿Y qué puede suceder en las empresas y las instituciones? Que de un día para otro los clientes importantes se cambien a la competencia, o que los empleados con talento y experiencia decidan aceptar una mejor oferta y si trabaja en una institución, aunque tenga 20 años de trabajo y experiencia, decidan despedirlo o que la institución desaparezca. ¡Nada es seguro en las organizaciones!
¿Y qué hacer? Cambiar la mentalidad, que donde se está es seguro y nada puede suceder. Analizar el entorno y proyectar qué puede suceder y prepararse. Asumir los cambios bruscos con proactividad y prepararse para un salto cualitativo, entendiendo y asumiendo el cambio brusco como oportunidad y no como desgracia.
Por mi experiencia de haber cambiado de estatus en las empresas, de rubros industriales y de afrontar los retos de vivir en varios países aprendí, que aunque no es fácil, en poco tiempo la mente y el cuerpo se pueden reorientar, para empezar de nuevo y con ilusiones, entusiasmo, trabajo y persistencia, sobrepasar los traumas de los cambios bruscos y conseguir éxito.
¿Y qué aprender de los cambios bruscos, en la naturaleza, las organizaciones y la política? Pues la moraleja de este artículo: ¡Todo puede suceder, nada es seguro!
Pedro Roque / pedroroque.net
Todo es más fácil y más sencillo con sentido común