Por Estamos en el Mes Patrio, pero lo que se escucha en el ambiente es que “¡habrá fin de semana largo!”, “¿dónde iremos a pasear? y otras frases por el estilo.
Septiembre debe marcarnos un rumbo y vale la pena traer al presente aquella maravillosa frase que fue dicha por el presidente Kennedy: “Pregúntate qué puedes hacer tú por tú país”.
Independencia no solo es el 15 de septiembre, cuando el país se engalana y muestra tantas facetas que son la alegría de chicos y grandes. Independencia es más que eso. Debemos preguntarnos si contribuimos al buen desarrollo del país, todos somos un entretejido social y, nos guste o no, todos necesitamos de todos.
¿Qué decir del cuido de ríos, de bosques y de la fauna? ¿Que acaso no es Independencia? ¡Claro que lo es!
No podemos esperar a que un país geográficamente pequeño resuelva problemas históricamente gigantes y es un deber que todos avancemos hacia la misma meta que es el bienestar común.
No podemos hablar de Independencia si no luchamos por sacar adelante el país. La solidaridad y la fraternidad son palabras fáciles de pronunciar, pero hay que darles vida y dejar esa indolencia congénita donde lamentablemente no nos gusta ver ojos bonitos en esta hermosa Patria.
Somos tremendamente afortunados. En apenas horas podemos estar en el clima más fresco y trasladarnos a la playa. Tenemos una variadísima gastronomía, y si sumamos todo lo anterior, esa es la Patria que soñamos y merecemos.
Esperar que un Estado sea el único responsable de brindarnos seguridad, diversión, salud y otros, solo significa que estamos totalmente equivocados. El Estado es el pueblo que debe pensar qué país heredaremos a nuestros hijos, y ese trabajo de cuidar lo nuestro es nuestra responsabilidad, de nadie más.
“Y con fe inquebrantable el camino del progreso se afana en seguir, por llenar su grandioso destino, conquistarse un feliz porvenir”… la fe es vital para una nación, es el sol y el agua para una planta, buscar día a día la senda que nos conduzca hacia el progreso e ir marcando con nuestros pasos el destino que merecemos.
El Salvador ha sufrido mucho y es momento de que todos sus hijos entendamos que Independencia es un verbo que debemos conjugar cada segundo de nuestras vidas.
Si por un momento nos volvemos amables con el conductor desconocido de a poco vamos cambiando conductas violentas que en nada abonan a salir del atolladero; este mes debería ser un ejemplo para los once meses restantes y que, al final, sea cada día un momento donde reine la paz, la unión y la libertad.
Tenemos cuatro departamentos con nombres de santos como lo es Nuestra Señora Santa Ana, San Miguel Arcángel, San Vicente Ferrer y el Divino Salvador del Mundo. Vale la pena preguntarnos cuán cerca de Dios están nuestras obras o apenas somos llamaradas de tusa y no pasamos de ritos externos. Es ahí donde con un corazón dadivoso debemos brindar las primicias al hermano, y aunque no parezca que tenga que ver con la Independencia, claro que tiene que ver: solo siendo una sociedad empática saldremos adelante.
Quizá para los que ya pintamos canas pareciera lo anterior algo sin sentido, pero vale la pena preguntarnos ¿qué sociedad o país queremos heredar a nuestras futuras generaciones? No dudo que como padres anhelamos dejar un país donde la vida sea respetada, que los ríos vuelvan a ser cristalinos, que las montañas sean el resguardo de nuestra fauna, que el respeto por el otro sea el pan nuestro de cada día, donde entendamos que todos somos El Salvador y que cada día vale la pena celebrarlo y dar lo mejor de nosotros. No se trata de clases sociales, no, todos somos uno y uno somos todos.
Médico.