Hace aproximadamente 80 años en El Salvador y probablemente en Centroamérica no existían la especialidades médicas de Neurología, Neurocirugía, Psiquiatría y Psicología Clínica. Médicos Internistas y Médicos Generales se ocupaban de los enfermos con problemas neurológicos, hacían lo que podían y lo que estaba al alcance de los recursos de la época. En cuanto a los pacientes que necesitaban del neurocirujano, muy poco o nada se hacia por ellos, aunque mas de algún cirujano general realizaba procedimientos de bajo riesgo de la especialidad.
La necesidad de aliviar los sufrimientos de los cientos de miles de personas con lesiones o enfermedades del sistema nervioso que produjeron ambas guerras mundiales sin duda contribuyó con el nacimiento, desarrollo y auge de las neurociencias. Si los países involucrados en las dos conflagraciones citadas tenían dificultades para atender adecuadamente esa avalancha de enfermos fácil es imaginar la situación de El Salvador donde ademas de los recursos limitados, los avances científicos alcanzan a llegar con cuentagotas. En 1950 la comunidad medica criolla se vio robustecida con la llegada del Dr. Julio Bottari, médico salvadoreño oriundo de Usulután, después de completar estudios especializados en Neurología y Neurocirugía en Europa. Por cierto en mas de alguna de sus conferencias citaba al Profesor Garcín y al Hospital Salpetierre de París, Francia, según parece el primero fue uno de sus mentores y el segundo el centro asistencial donde realizó sus prácticas. Prestó servicios en los hospitales Rosales, Bloom, Militar y General del ISSS. Docente en la Facultad de Medicina y en la Escuela Normal Superior en la cátedra de Psicologia Clínica. Pionero en realizar estudios de electroencefalografía en vigilia y durante el sueño inducido, también trajo de Europa nuevos enfoques en el tratamiento de la epilepsia y otras afecciones neurológicas.
Bottari trabajó mayormente en Neurología y muy poco en Neurocirugía aunque en su clientela privada además de las dos áreas citadas también atendía pacientes de Psiquiatría y Psicología Clínica. Apasionado por las bellas artes y por las letras en especial, escribió varios libros, uno de ellos el polémico Sexología Sacerdotal que describe situaciones sexuales que aquejan a algunos seminaristas y sacerdotes, otro de cuentos folclóricos que hacen referencia a su natal Usulután y otro también de cuentos dedicado a su hija.
Pocos años después de aparecer Bottari se incorporó el Dr. Mario Romero Alvergue, llegaba procedente de Austria donde se especializó en Neurología. Si bien Bottrari era la novedad y abrió el camino, Romero Alvergue se encargó de impulsar la especialidad y reactivar y actualizar otros campos como el manejo de la parálisis cerebral, rehabilitación del aparato locomotor, afecciones neurológicas relacionadas con la Medicina del Trabajo, evaluación de invalideces, etc. Junto al neurocirujano Dr. José Kuri Asprides formularon las bases para dar nacimiento a la Asociación Salvadoreña de Inválidos precursora del Instituto Salvadoreño de Rehabilitación de Inválidos (ISRI). Cuando se incorporó al ISSS formó equipo con el especialista en Medicina del Trabajo Dr. Roberto Saprisa Villalta para fundar la Comisión Técnica de Invalidez. Docente en la Facultad de Medicina laboró en los principales centros hospitalarios y en el sector privado, en el Ministerio de Salud se desempeñó como Subsecretario de Julio de 1962 a Mayo de 1963.
Después de la Segunda Guerra Mundial la Neurocirugía en los EUA alcanzó un gran desarrollo, los centros hospitalarios de prestigio empezaron a implementar residencias médicas para formar neurocirujanos y en ese sentido fueron pioneros los doctores Harvey Cushing y Walter Dandy que crearon escuela y formaron muchos exponentes de la especialidad. En 1953 regresó al país el médico salvadoreño Dr. Antonio Ramírez Amaya, procedente de los EUA donde se especializó en Neurocirugía. Después de graduarse en la UNAM (México) se formó en la especialidad en un prestigioso centro hospitalario de Chicago, Illinois, EUA. Fueron sus primeros ayudantes en el quirófano los entonces bachilleres Tito Chang Peña y varios años después, María Julia Castillo. Con el transcurrir de los años el primero abrazó la especialidad de la Psiquiatría y la segunda siguió los paso del maestro, aunque también se destacó como política y Directora General del ISSSS.
Casi en la misma época por 1955 se sumó al pequeño grupo de neurocirujanos el médico salvadoreño Dr. José Kuri Asprides, oriundo de La Unión, que realizó los estudios de postgrado en un famoso hospital de Houston, Texas, EUA. Con excelentes referencias fue uno de los primeros 1,000 neurocirujanos certificados con el Board de Neurocirugia en los EUA. Profesional polifacético con gran capacidad de trabajo que ademas de desempeñarse con solvencia en los principales hospitales del país y sector privado, brilló con luz propia en otras áreas.
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