En un conmovedor acto litúrgico, familiares y amigos le dieron el último adiós a Alcira Alonso, la destacada artista argentina radicada en El Salvador, quien por más de seis décadas impulsó el ballet clásico en el país que la acogió con cariño, admiración y respeto. La notable artista falleció la tarde del pasado 26 de julio tras complicaciones en su salud.
Su gran legado y su más grande muestra de amor en el territorio cuscatleco fue la Fundación Ballet de El Salvador, a través de la cual ella formó a varias generaciones de bailarines, maestros y profesionales de esa rama del arte.
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La misa de cuerpo presente, que tuvo lugar en la capilla del complejo funerario Montelena, en Antiguo Cuscatlán, tuvo momentos muy emotivos, entre ellos las conmovedoras palabras emitidas por el sacerdote oficiante durante la homilía, la dulce voz de la soprano Graciela González quien interpretó algunas alabanzas, el discurso de Juan Ramón Pineda, entrañable amigo y discípulo de doña Alcira, y el respetuoso aplauso con el que los asistentes despidieron a “la maestra de maestras”.
“Hoy despedimos a una gran mujer, una argentina que hace más de 60 años llegó a este país, convirtiéndolo en su hogar, forjando una familia y una vida, en la cual construyó grandes sueños, dejando un legado importante para El Salvador y para toda la región centroamericana”, expresó Juan Ramón en su panegírico.
En su sentido discurso, Pineda resaltó la grandeza de su maestra y el amor por la danza clásica que a través de los años ella inculcó a niños y jóvenes.
“Por sus salones pasaron un sinfín de niños y niñas a quienes formó y transformó sus vidas a través de esa pasión y amor por la danza, que les inculcó a cada uno de los que la pudimos llamar maestra”, comentó Juan Ramón evidentemente conmocionado. “Todos aquellos que la conocieron, saben que doña Alcira fue una mujer llena de vida, ímpetu y de valentía, una mujer que con cada movimiento celebraba al mundo”, agregó.
Y como no podía ser de otra manera, en la ceremonia se exaltó el valor del legado que ella deja no solo a El Salvador, sino a toda Centroamérica.
“Alcira, deja en su familia un legado de amor y en su fundación su corazón entero como artista, maestra, bailarina y madre de la danza centroamericana. Su legado se extiende a todos los países de nuestra Centroamérica (…) sus proyectos artísticos llenaron y seguirán llenando carteleras culturales. Su ballets vivirán en escena y en cada uno de sus bailarines. La maestra Alcira se encargó de darle nombre a muchas de las grandes figuras de nuestra danza hoy”, manifestó Juan Ramón.
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Sin lugar a duda uno de los momentos más tristes de la ceremonia fue cuando un grupo de bailarines, acompañaron el féretro en su salida de la iglesia. Antes de ser ingresado al carro fúnebre, sus alumnos despidieron a su maestra en silencio y con lágrimas.
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