El machismo de tantos hombres hacia sus esposas o compañeras de vida o trabajo, la no tan amigable actitud del régimen hacia la mujer, plantean una lógica interrogante: ¿qué sucedería si de un momento a otro las mujeres se declararan en huelga y dejaran de participar en la creación de riqueza, abandonaran sus oficinas, sus talleres, sus puestos de venta en mercados y plazas…
En la antigua Grecia —y lo que puede haber sido una leyenda— las mujeres de una ciudad se fueron a la huelga para forzar a los hombres a dejar las armas, obligarles a vivir en paz y cuidar sus hogares y comunidades…
Si Dios creó a la mujer para ser la compañera del hombre y, a la inversa, hacer cada día lo posible para la armonía entre ambos debe ser norma y ejemplo para sus hijos, lo que hace del feminicidio, del trato grosero, del abandono, actos repugnantes, como lo es no pagar el mantenimiento de los niños después de una separación.
El abismal contraste entre lo que sucede en nuestros países occidentales y la situación imperante en Afganistán e Irán —y con variantes en todo el Medio Oriente musulmán— sobrepasa lo peor imaginable, comenzando con la exigencia de cubrir el cabello de las mujeres hasta el uso forzado del “hijab” que las cubre de los pies a la cabeza al llegar a la pubertad.
Afganistán es, bajo los talibanes, el país donde la marginación de la mujer llega a locura extrema, pues inclusive prohíben que mujeres representen a organismos internacionales de la naturaleza de sea. Entre sus demenciales imposiciones están las siguientes:
—los enloquecidos han prohibido que en el país funcionen salones de belleza, pues ello facilitaba que las mujeres se reunieran, que tuvieran una medida de vida social.
—los enloquecidos prohíben que la mujer reciba enseñanza más allá de la primaria, pues aunque en centros de nivel universitario hombres y mujeres estaban estrictamente separados, hubo “serias violaciones al uso del hijab”, por lo que quedaron fuera.
Según un informe reciente de expertos de Naciones Unidas, citado por la cadena CNN, los talibanes cometieron “violaciones sistemáticas atroces a los derechos de las mujeres”, al restringir su acceso a la educación y al empleo, así como su capacidad de moverse libremente en la sociedad.
Según el documento, a las mujeres se les prohíbe trabajar en la mayoría de los sectores fuera del hogar y no pueden asistir a baños públicos, parques y gimnasios. Deben usar una prenda negra holgada que cubra su rostro y no se les permite salir de casa sin motivo. Y aun si lo tuvieran no lo pueden hacer sin un tutor masculino.
Los reportes sobre cuadros de depresión y suicidio son generalizados, determinó el informe, especialmente entre las adolescentes a las que se les ha impedido continuar con su educación. Casi el 8% de las personas encuestadas conocía a una niña o mujer que había intentado suicidarse, según el informe.
El fanatismo que pudre a los talibanes está llevando a una terrible hambruna
Que las mujeres y hasta las niñas anden tapadas de la cabeza a los pies es de rigor y se ajusta a lo que pudre cráneo y entrañas de quienes manejan el país, sin que el mundo civilizado haga otra cosa que emitir condenas, las que son ignoradas por los talibanes. Para el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, es “inaceptable y e inconcebible” prohibir que mujeres desempeñen cargos de entidades internacionales y estén destacadas en Afganistán, agregando que “con ello se socava las capacidades de las organizaciones humanitarias para ayudar a quienes más lo necesitan”.
La discriminación contra la mujer equivale a que prácticamente la mitad de la fuerza laboral del país quede fuera de las cadenas de producción, lo que, según pronósticos puede generar una hambruna de horror, lo cual llevaría al absurdo de que organizaciones humanitarias que se ocupan de proteger a los sectores más débiles como son los niños, quedarían inhibidas de hacerlo pues una parte sustancial de esos esfuerzos los manejan mujeres…