La reciente visita de la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, a la República Popular de China, se ha convertido en un movimiento importante para reanudar enlaces de diálogo de alto nivel entre ambos países que representan las dos primeras economías mundiales.
"Deseamos una competencia económica sana, no la ley del más fuerte, en un conjunto de reglas equitativas que puedan beneficiar a los países", declaró la alta funcionaria estadounidense en su encuentro con el primer ministro Li Quiang, encargado de los temas económicos.
No se esperaban mayores avances pero, por cierto, el diálogo iniciado tiene vocación de "abrir nuevas vías de coordinación sobre los temas económicos". Los mensajes en términos de comunicación y de grandes orientaciones contribuyen a definir un marco global y, bajo esta perspectiva, un avance bilateral. Sin duda, el margen es estrecho. Las tensiones se reflejan en el medio ambiente de negocios: China anunció, el martes pasado, su decisión en limitar las exportaciones de rieles indispensables para la fabricación de "semi conductores" y microchips.
La relación entre China y Rusia está bien establecida. Se inscribe no solamente en un marco bilateral sino en una voluntad de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) de ganar en influencia alternativa. El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, durante su visita en Beijing, el mes pasado, criticó el sistema financiero mundial, nacido de los acuerdos de Bretton Woods, al final de la Segunda Guerra Mundial. La cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai, organizada este principio de mes por India, reuniendo a los países de Asia central, tuvo lugar bajo forma virtual. Sin duda, el primer ministro Narendra Modi no quiere dañar sus esfuerzos de aproximación con Washington, limitando así el alcance de una posible reserva que hubiese podido surgir en contra del "eje occidental" que apoya a Ucrania.
Esto muestra cuán delicado se mantiene el medio ambiente político internacional mientras la alta funcionaria estadounidense inició un diálogo directo con China. Sin duda, recordó las consecuencias que podría tener un apoyo considerado con consecuencias "letales" a Rusia, contrario a las sanciones impuestas contra este país desde el ataque contra Ucrania del 24 de febrero de 2022.
Pero también, insistió en la necesidad en trabajar conjuntamente sobre temas en torno del cambio climático, la prevención de pandemias tanto como sobre endeudamiento y otros que fueron también abordados en París, durante la cumbre sobre el nuevo pacto financiero de junio pasado. Es decir, que el conflicto en Ucrania, sus repercusiones económicas, comerciales tanto como sobre el sistema de seguridad global, nutre una exigencia de pensar, preparar y construir un régimen financiero adecuado, que permita evitar una fractura irreversible entre países. Por cierto, el cambio climático exige una transición de las economías que exigen inversiones muy importantes, pero de interés común.
El margen de acción está resumido en unas declaraciones de la secretaria del Tesoro: preocupados por la perspectiva de una invasión de Taiwán, los Estados Unidos buscan reducir su dependencia hacia los microchips electrónicos producidos por la isla, sin romper con una posición estratégica en el Pacífico.
A la vez, Washington queda determinado en usar de los medios de presión económicos para proteger y defender su seguridad nacional. Para Beijing, esta posición está asimilada a una posición de contención. Esta forma de incomprensión explica la visita de Janet Yellen, que había afirmado en marzo pasado que los Estados Unidos "entienden defender sus intereses vitales" pero que "no buscan debilitar la economía china".
Su llegada a Beijing ofrece una oportunidad para buscar medios en rebajar "los desacuerdos" para que no se deterioren las relaciones entre ambos países. "Un desacoplamiento de las dos más grandes potencias económicas mundiales serían destabilizador para el mundo", afirmó durante su visita.
A pesar de tensiones comerciales sobre los semi-conductores por parte de Washington, y las restricciones de exportaciones de dos metales indispensables para estos mismos, de parte de Beijing, los ejecutivos de empresas americanas no faltan en venir a China: Bill Gates se encontró con el presidente Xi Xinping cuando Elon Musk visito, entre otros, una mega-fábrica de Tesla en Shanghai. Jim Cook, el director general de Apple, vino también a Beijing. Recuerdan cuán importante y céntrico ha vuelto la economía china y las relaciones sino-americanas, elemento fundamental de un equilibrio mundial puesto actualmente bajo tensiones.
Politólogo francés y especialistas en temas internacionales.