El lenguaje una capacidad humana para expresar ideas, emociones y comunicarse, en base a ciertos principios y recursos simbólicos; existen categorías comunicacionales naturales (Hockett) y artificiales, así como diversas conductas lingüísticas que buscan el entendimiento entre los individuos. Más allá de lo verbal, podemos encontrar otros lenguajes como la música, la matemática, la informática, el arte e inclusive el deporte, y todos tienen que ver con la interacción y la alteridad.
Desde el punto de vista de la neurociencia, y a partir de la importancia del desarrollo de la motricidad y o inteligencia cinestésica, podríamos concluir que el deporte es un meta lenguaje, una forma de comunicación e interacción social; y como bien sabemos, hay personas que probablemente no destaquen en otras inteligencias abstractas, lógico matemáticas o lingüísticas, pero sí son brillantes en capacidades visuales, musicales, espaciales y obviamente cinestésicas.
El gateo, recortar, garabatear, bruñir, entre muchas otras actividades fortalecen la motricidad fina; mientras que la disciplina en ejercicios más avanzados, complejos y demandantes, inciden en la motricidad gruesa. ¿Los atletas y deportistas nacen o se hacen…? Siempre habrá algo de genética, pero es más importante la disciplina, esa capacidad de entrenar de modo sistemático, cada día y cada días más.
El juego, junto con la imitación, el dibujo y el juguete, son los principales fenómenos que definen la personalidad del niño e incide en la plasticidad cerebral; podríamos afirmar: “dime a qué juegas y te diré qué puedes llegar a ser o a dónde puedes llegar”. El juego no sólo influye sino que determina la forma de ser en el futuro. Muchos de los grandes atletas comenzaron su carrera deportiva a los 4 años de edad, primero con un sentido lúdico, luego tomó otra forma.
El deporte puede ser un lenguaje porque hay interacción humana y cuenta con símbolos que se codifican y decodifican; además posee su propia sintaxis y semiótica; es decir, reglamentos o normativas que posibilitan la funcionalidad, el entendimiento y las jerarquías o resultados. El deporte ilusiona y también frustra; une, celebra, permite trabajo en equipo, moviliza individuos y masas. Un gol, encestar, llegar primero a la meta, un home run, un touché, son hechos normalizados y consensuados pero a la vez símbolos y realidades universales.
El deporte y los juegos olímpicos unen a las naciones, al margen de la usual competitividad y de otras diferencias culturales; todos los atletas y deportistas participan con entusiasmo en los eventos pretendiendo demostrar que son los mejores, los que han entrenado más y buscan sus medallas y trofeos como reconocimientos públicos de ese esfuerzo.
Detrás de cada especialidad o de cada partido hay muchas horas de sacrificios y dedicación; algo que no solemos ver ni valorar, pero es una realidad. Madrugadas, privarse de fiestas y eventos sociales, alimentarse con restricciones, y entrenar muchísimo. Un atleta de alto rendimiento es el resultado de un proceso complejo de trabajo planificado y una vocación.
Un buen programa atlético y deportivo comienza en la niñez, sobre todo en la escuela, a través de un currículo de Educación física llevado por especialistas en la materia. Los padres y madres de familia le suelen dar más importancia a Matemáticas, Ciencias Naturales, Estudios Sociales y Lenguaje y Literatura, descuidando Educación Física y Educación Artística. Y resulta que el arte, la cultura o el deporte pueden ser un medio de vida digno y rentable, sino veamos el estatus de los grandes deportistas: Rafa Nadal, Roger Federer, Lebrón James, Stephen Curry, Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, Max Verstapen, Tiger Woods, Tom Brady, Usain Bolt, Simón Biles, Michael Phelps, entre muchísimos otros.
¿De dónde salieron estos talentos excepcionales? ¿Son milagros o extraterrestres? No, simplemente es gente que tiene una meta o un sueño y que han trabajado durísimo y que han tenido apoyo de su familia, y el acompañamiento técnico de dirigentes y entrenadores profesionales.
Pero además de ese apoyo familiar y técnico se necesitan entornos apropiados, infraestructura deportiva, fogueos, soluciones de salud y nutricionales, equipamiento y una medición científica basada en evidencia objetiva del avance.
Volvamos al ámbito escolar…; un buen deportista o atleta es un ciudadano integral, ético y disciplinado; tiene metas claras, horarios, planificación y dedicación, y esto no llega por arte de magia o casualidad, se construye desde la escuela o colegio. Las bases motrices y fisiológicas de las capacidades musculares y esqueléticas se educan, y así como vamos aprendiendo las tables de multiplicar, las leyes físicas o las reglas gramaticales, también vamos desarrollando un cuerpo sano y equilibrado, y esta es una tarea del docente de Educación Física.
En la medida que hay más deportistas y atletas, hay menos criminales, menos psicópatas, menos suicidios, menos alcoholismo y drogadicción, ya que el deporte y el atletismo da “sentido de pertenencia” y mantiene el cerebro ocupado en actividades positivas; además, cuando los niños y jóvenes adquieren un rito de entrenamiento ordenado y sistemático, esto se vuelve un hábito y un hobbie que no da lugar o espacios para otras actividades negativas o dañinas.
Aprender y disfrutar el lenguaje deportivo posibilita comunidades más sanas; es positivamente contagioso y se transforma en un entretenimiento para toda la sociedad. Cada quién según su gusto disfruta partidos de fútbol, de básquetbol, baseball, carreras de fórmula 1 o moto GP, tenis, etcétera. Así, el deporte nos unifica, nos hace disfrutar, celebrar nuestros héroes deportivos y generar conversaciones interminables sobre los resultados y anécdotas.
Eduquemos en el deporte y en los valores olímpicos: “Citius, Altius, Fortius, Communiter” ("Más rápido, más alto, más fuerte, Juntos"), principios útiles para la vida y para cualquier circunstancia; porque lo contrario es como hemos estado y vivido: lentos, bajos, débiles y separados. Asumamos este lenguaje deportivo como un desafío nacional, reavivemos los torneos intercolegiales, los intramuros, el olimpismo escolar y demos la oportunidad a este importante lenguaje que hemos descuidado.
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Investigador Educativo/opicardo@asu.edu