Trasciende una noticia que ha generado poco interés en El Salvador, pero que sus consecuencias pueden ser trascendentales para el mundo: el Grupo Wagner se rebeló contra el Alto Mando del Ejército ruso amenazando con una guerra civil y un posible golpe de Estado ¿Cómo ha sido posible todo eso en un país que, para todo efecto práctico, es una Dictadura firmemente apoyada por el aparato militar? Pues acá te lo explico.
Como decía mi Tía Conchita, empecemos por el principio. ¿Quién es Yevgueni Prigozhin? Es un expresidiario que, luego de cumplir su condena, comienza a trabajar en el sector alimentario. Nada demasiado fancy, vendía hot dogs en las calles de San Petesburgo, pero su tenacidad, espíritu empresarial y por supuesto, un golpe de suerte hizo que uno de los comensales de los restaurantes que eventualmente abriría, fuera el mismísimo Vladimir Putin.
Tal como sucede en los países latinoamericanos, algunas personas prosperan en base a conectes y no por su capacidad o intelecto. Ese fue el caso de Prigozhin. Habiéndose hecho cherada de Putin, pronto se le permitió ser proveedor alimentario del enorme ejército ruso, no es por casualidad que se le apoda el “cocinero de Putin”.
Derivado de la danza de millones, el cocinero de Putin se dedicó a brindar otros servicios, esta vez… granjas de troles al servicio del hombre fuerte del Kremlin, que le permitían -oh maravilla de maravillas- posicionarse favorablemente frente a la opinión pública, apuntalando su imagen, desvirtuando a los adversarios y difundiendo “fake news”, nada que nosotros no conozcamos por estas latitudes tropicales.
Eventualmente, Prigozhin se hizo con el mando de un ejército privado de mercenarios: el Grupo Wagner -no deja de ser curioso que precisamente Richard Wagner fuese el compositor favorito de Adolfo Hitler… a veces, el destino no deja de tener ciertos tintes de ironía-. Los mercenarios estuvieron muy activos antes de la invasión a Ucrania, participaron en conflictos en unas de las zonas más peligrosas del mundo: África y Oriente Medio, especialmente Siria.
Llamado por Putin para incorporarse a la guerra contra Ucrania, el Grupo Wagner, para decirlo de alguna manera, era el más “decente” de los cuerpos militares rusos: mejor organizado, mejor comandado, mejor equipado y apertrechado. De hecho, se equiparaba o superaba en equipamiento y entrenamiento de las “fuerzas elite” rusas, dejando muy muy atrás a la soldadesca regular. La mayoría de las victorias en la guerra, así como el mayor número de territorios conquistados, se le atribuye a su participación directa. Dicho en otras palabras, sin la intervención del Grupo Wagner, la invasión a Ucrania hubiese sido un peor fiasco de lo que ya es.
Pero para que una cuña apriete, debe venir del mismo palo: Prigozhin se hartó del desmadre ruso. Empezó a hacer señalamientos públicos en redes sociales (que es a dónde realmente les duele a tiranos que le saquen los trapos al sol), de que el Alto Mando ruso era nada más que una banda de patéticos “generales” que no sabían lo que estaban haciendo. Acusando al alto mando de mandar a sus soldados, ciudadanos rusos, a una masacre para que sirvieran de simple carne de cañón.
Putin responde declarando que Prigozhin y el Grupo Wagner eran unos forajidos y había que combatirlos y, como Prigozhin es un macho sin dueño, volteó sus fusiles para que ahora apunten al Kremlin; y como no se anda por las ramas, decidió avanzar -ya no en el territorio ucraniano, sino en el ruso- para atacar a su, hasta hace pocos días, amo.
Los eventos que han estado aconteciendo días anteriores han sido curiosos. Para la fecha en que se escribí esta columna, no ha habido combates significativos dentro del territorio ruso. Los soldados se rinden y entregan las plazas sin luchas. La artillería rusa ha bombardeado las columnas de Wagner, pero no ha habido un combate frontal. El Kremlin para mientras se encuentra militarizado.
A estas alturas Putin ya negoció con Prigozhin para que este, convenientemente, sea trasladado con sus fuerzas leales, unos 5,000 hombres, a Bielorrusia… suficientemente lejos de Putin como para que este respire tranquilo. La pregunta del millón es ¿cómo pudieron 25,000 soldados (que es lo que teóricamente posee el Grupo Wagner) adentrarse en territorio ruso sin ningún tipo de resistencia armada por parte del ejército regular? Indiscutiblemente, el evento puso en evidencia la verdadera situación de precariedad de un ejército que aparentemente solo es “poderoso” en la propaganda en redes sociales.
Lo cierto es que Putin tuvo que retirar los cargos penales a Prigozhin y permitir que se exiliara con su fuerza militar, sin tocarle un pelo y bajando el tono del discurso…. Lo que produjo una fisura en la imagen de “hombre fuerte” que ha construido por décadas. Y es que todo tirano, Putin incluido, basa su poder en el miedo y cuando las sociedades pierden el miedo, el tirano pierde su poder. Ejemplos en la Historia abundan, quizás frente a nuestros ojos se está desarrollando uno en estos momentos.
Abogado, Master en leyes/@MaxMojica