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Fenómeno de culto

Aquí llegamos a otro punto: El culto a la personalidad, con adoración y adulación excesiva a un caudillo o líder político sea o no jefe de Estado. Más allá de la casuística de Adolf Hitler, Vladímir Ilích Uliánov, Joseph Stalin o Mao Tse-Tung encontramos una elevación a dimensiones casi religiosas o sagradas de figuras de líderes carismáticos en la sociedad o la política.

Por Óscar Picardo Joao

El concepto "culto" -en la acepción sociológica- aparece en la literatura por primera vez en inglés en el siglo XVII, derivado del francés culte, que significa "adoración" y que a su vez se originó en la palabra latina cultus que se interpreta como "cuidado, cultivo, adoración". El significado de "devoción a una persona o cosa" es más tardío del siglo XIX. A partir del siglo XX, "culto" adquirió otras definiciones positivas y negativas.

En la historia de las religiones siempre han aparecido los conflictos comunitarios, los movimientos proféticos, gnósticos, apóstatas y las crisis teológicas que generan cismas y divisiones; de estos movimientos han emergido cultos específicos. En el cristianismo encontramos la Crisis Montanista del 150 d.C, los movimientos Cátaros y Albigenses del siglo X, las Ordenes Mendicantes o Monacales; algunos se normalizaron otros terminaron expulsados o perseguidos.

En su forma más contemporánea el término culto fue utilizado por el sociólogo alemán Ernst Troeltsch, que clasifica a los grupos religiosos en iglesias, sectas y cultos. Describió la secta como un grupo pequeño, compuesto principalmente por individuos, renunciando al mundo, buscando una hermandad personal y directa; en cambio, el culto otorga más libertad de pensamiento, es menos sistemático y estricto en sus prácticas y en la consecución de sus objetivos. Es decir, el culto da al individuo ciertas libertades religiosas, esto es, una capacidad de optar entre varias alternativas.

Actualmente se describe el culto como algo más parecido a una “red” que a una institución establecida con un conjunto de reglas. En el culto es el individuo el que decide finalmente qué constituye la verdad, en qué creer y qué practicar, basándose en la propia experiencia pero siguiendo a otros.

Podríamos definir culto: Como un grupo minoritario emergente, de corte religioso, que siguen a un líder carismático, que es adorado o venerado por un grupo seguidores, con una ideología compartida y alguna explotación o interés.

Estos grupos se basan en juicios de opinión y no hechos; suelen combinar varias creencias; poseen secretos y una utopía prometida. Surgen cuando hay desesperanza o crisis; los dirigentes fomentan una programación o condicionamiento conductual.

Los líderes de estos cultos suelen ser psicópatas, narcisistas, carismáticos y/o muy persuasivos, elementos que se repiten en diversos casos ejemplificantes, tales como: Charles Milles Manson, David Koresh, Jim Jones, David Duke, Sun-Myung Moon, Ron Hubbard, Bhagwan Shree Rajneesh, Shoko Asahara, entre otros.

En noviembre de 1978, saltaron las alarmas cuando más de 900 miembros de la comunidad “El Templo del Pueblo” cometieron un suicidio colectivo en Jonestown la ciudad de Guayana. Para el psicólogo y criminólogo Vicente Garrido, todos los líderes de sectas o cultos comparten una serie de características que perfilan sus mentes psicópatas: “Para ser un buen líder sectario tienes que creerte que eres una persona especial, fantástica y excepcional, sino los demás te pueden descubrir el truco y no van a confiar en ti”. En su mayoría son sujetos capaces de descubrir las necesidades emocionales de los demás, aprovechando sus puntos vulnerables en su favor.

Un fenómeno de culto surge en una época de desesperanza y crisis; y en este escenario mucha gente busca explicaciones, certezas y una guía; así aparece el líder que comienza a hablar y a decir lo que los demás quieren escuchar, pero además a proyectar o pontificar nuevas realidades utópicas; luego la gente comienza a creer, a compartir y a defender.

Desde el punto de vista antropológico, sociológico y político el fenómeno de culto puede iniciar como una subcultura, pero puede amplificarse y crecer, utilizando estrategias de marketing y comunicaciones. Los cultos de corte religioso suelen ser discretos, pero los cultos de carácter político son masivos.

Aquí llegamos a otro punto: El culto a la personalidad, con adoración y adulación excesiva a un caudillo o líder político sea o no jefe de Estado. Más allá de la casuística de Adolf Hitler, Vladímir Ilích Uliánov, Joseph Stalin o Mao Tse-Tung encontramos una elevación a dimensiones casi religiosas o sagradas de figuras de líderes carismáticos en la sociedad o la política. En los regímenes totalitarios es a menudo encontrar una forma de culto a la persona del líder supremo. Nikita Kruschov en el “Discurso secreto” del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (1956) realizó una aguda autocritica del culto a Stalin, sobre todo por poner el Estado al servicio de la personalidad.

En el mundo político el líder sustituye o representa la trascendencia y lo religioso; hay un contacto directo de comunicación que hace visible lo divino y misterioso; el político es mediador, pero además tiene poderes y capacidades para resolver los problemas y necesidades de la gente (utilizando gastos reservados o partida secreta).

La maquinaria de propaganda y comunicación lo aleja o acerca de la gente según sea conveniente o necesario como un arquetipo; a veces aparece cercano y misericordioso, otras veces implacable y justiciero. No hay fuerza del mal que pueda doblegarlo, y también la gente comienza a creer que existen poderes fácticos o malignos que buscan dañar estos designios teocráticos.

En política -y en religión- las emociones y el creer están sobre la razón. Somos límbicos y reptilianos, descartando el neocórtex. La gente cree, todo es posible, hay milagros, existen cosas que no entendemos o sabemos pero Él sabrá por qué deben suceder aunque momentáneamente nos haga daño o no comprendamos; hay una interpretación superior y mistérica.

El culto en la política desaparece los datos, la ciencia y la evidencia, y los sustituye por símbolos, dogmas y liturgias; apelando a la estética, a lo mágico y a las nuevas sagas e historias. Así, el líder termina convertido en un Mesías que viene a salvarnos, en medio de una lucha entre el bien y el mal, y todo adquiere una lectura soteriológica que se resolverá en un futuro, en un tiempo ulterior, ahora no es el momento, pero debemos creer para ser salvos y beneficiados. Para lograr todo esto solo se necesita una cosa: Ignorancia o poca educación.      

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Ingeniero/opicardo@asu.edu

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