Recién se celebró el Día del Estudiante de Medicina. Como siempre he dicho, no hay una fecha en particular pues cada día debemos celebrar tan loable fecha y entender que sean jóvenes o los que ya peinamos canas, siempre está el estudio de la medicina como una prioridad, no importa se tenga la especialidad que se tenga, es tan importante no olvidar que seguimos siendo estudiantes. Llena de alegría ver a jóvenes que en sus rostros se dibuja la esperanza, el deseo del servicio al prójimo, los rostros fatigados pero el corazón feliz de haber estudiado la mejor profesión que pueda existir.
La humanidad tiene memoria corta, de a poco hemos olvidado la entrega que el estudiante de medicina hizo en beneficio de los pacientes que fueron afectados por el #COVID_19; es más, no podemos olvidar al médico que ofrendó su vida como lo hace el valiente soldado cuando la Patria lo llama; parece mentira lo que se lee en las redes sociales en relación con salarios fuera de este mundo que recibe un futbolista, mientras el estudiante de medicina debe aprender a sobrevivir y en esa lucha sacar fuerzas de flaqueza para realizar su profesión. Y quizá lo más hermoso de eso sea que en el día a día se aprende, se nutre, se salva una vida, se vive dentro de un hospital que termina siendo una segunda casa.
Se ha entendido que los jóvenes estudiantes merecen todo el respeto y, por ende, aquellos castigos infames y turnos despiadados son cosas del pasado; no puede una profesión tan noble tener doble rostro, tener un lado bueno o excelso y un lado oscuro y, por lo tanto, es un imperativo que los médicos que tenemos el privilegio de impartir conocimientos dar todo lo mejor de nosotros, no podemos quedarnos con una tan sola pizca de conocimiento sino que debe ser compartido con el estudiante y éste, sabedor de que entrará a una arena romana, debe ir lo mejor preparado, debe afanarse por tener callos en los codos de tanto estudiar, de devorar libros, de que cada día sea una fiesta, una celebración donde el único ganador debe ser el paciente.
La tecnología avanza y los tiempos han cambiado definitivamente y podemos equivocarnos al creer que un táctil es tener el mundo en nuestras manos cuando no es así. Es cierto que hay cosas que se facilita; sin embargo, debe el estudiante saber que el paciente es una persona que debe ser tratada con todo el respeto y decoro del mundo. El paciente no es un número de expediente, el paciente es la razón de ser de la medicina y, por lo tanto, no podemos ser ajenos a ellos; al contrario, es un deber del estudiante de medicina tratar con guantes de seda al paciente, escucharlo, atenderlo y quizá en el peor caso, brindar algún consuelo a la familia.
Todos los que hemos escogido tal profesión sabemos que la época en que fuimos estudiantes no deja de ser momentos inolvidables por la hermandad que en el hospital se forma, esa unión debe seguir existiendo una vez graduados y re-convertir al gremio médico en un gremio honorable, a la profesión de medicina en el epítome de las profesiones.
Nuevamente traigo el ejemplo de la tragedia que vivió el mundo azotado por el #Covid_19, cuando no hubo otra profesión que sacara el pecho por su prójimo. Fue el estudiante de medicina, el residente, el jefe de un servicio quienes lucharon denodadamente por salvar vidas aun, a costa de sus propias vidas. No puedo desmeritar a otras profesiones pero quedaba el chance de permanecer en sus casas, mientras el estudiante dio lo mejor de sí. Debe ser un gran orgullo para todos los estudiantes de medicina que jamás se amilanaron ante lo desconocido y, al contrario, fueron, son y serán un ejemplo de lo que ser estudiante de medicina significa: “Amar a su prójimo más que a sí mismo”.
Médico.