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Dr. José Gustavo Guerrero: Operación de rescate contra viento y marea

“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”, Madre Teresa de Calcuta.

Por Francisco Galindo Vélez

Unos seis millones de judíos fueron víctimas de la “solución final de la cuestión judía” (Endlösung der Judenfrage), la siniestra, sistemática y minuciosamente planeada y ejecutada política de persecución y exterminio. De acuerdo con el United States Holocaust Museum, “aproximadamente dos de cada tres judíos que vivían en Europa antes de la guerra fueron asesinados en el Holocausto”. 

Se calcula que los documentos salvadoreños salvaron a unas 40,000 personas, y así, por ejemplo, en un momento dado la comunidad extranjera más numerosa en Budapest fue la salvadoreña. Ahora bien, algunas veces los documentos llegaron tarde, como en el caso de los padres de George Mandel-Mantello.

La operación de rescate no fue fácil y hubo que sortear importantes obstáculos. Uno de ellos fue que se repitió la historia que siempre ha acompañado a la humanidad a través de los tiempos y en todo el planeta: la falta de cooperación y los conflictos de personalidades. En su libro The Man Who Stopped the Trains to Auschwitz: George Mantello, El Salvador and Switzerland’s Finest Hour, (El hombre que paró los trenes a Auschwitz: George Mantello y el mejor momento de El Salvador y de Suiza), el Dr. David Kranzlerafirma que algunas veces hubo poca cooperación entre organizaciones judías por grandes diferencias ideológicas y por conflictos de personalidad que las fragmentaron.

Además, cuando empezó la distribución gratuita de documentos salvadoreños, los intermediarios que cobraban precios exorbitantes por documentos de otros países, denunciaron a Mandel-Mantello ante las autoridades suizas; lo acusaron de lucrar con los documentos salvadoreños.  En otras palabras, lo acusaron de lo que ellos sí estaban haciendo, y las autoridades federales suizas iniciaron una investigación en el otoño de 1943. Lo detuvieron por 16 días en mayo de 1944; la investigación duró un año, y al final, las autoridades suizas retiraron los cargos.

El financiamiento de los documentos se explica en el libro del Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador, Coronel José Arturo Castellanos: Héroe del Holocausto, publicado en 2008: “Mandel Mantello ofreció costear de su propio patrimonio la elaboración de los Certificados de Nacionalidad que serían emitidos y contratar al personal que fuera necesario para elaborarlos y distribuirlos, por lo cual se montó un operativo en tal sentido, en la sede del Consulado General de El Salvador en Ginebra, como centro de operaciones, con la plena cooperación activa y el consentimiento de nuestro Cónsul, el coronel José Arturo Castellanos. Mandel Mantello costeó asimismo una amplia campaña de prensa para divulgar la operación entre las familias judías en Europa…” 

En su libro, el Dr. Kranzler cita parte del informe que el Embajador de los Estados Unidos en el Reino Unido, John Winant, envió al Departamento de Estado con el resultado de la investigación Suiza. El Embajador señala que había habido un gran comercio de pasaportes emitidos por consulados en Suiza, unos 4,000, y que el costo promedio de cada uno era de 700 francos suizos, pero destaca que el cónsul de El Salvador había actuado por motivos puramente humanitarios y no había cobrado ningún honorario.

Ahora bien, esta falsa acusación rápidamente llegó a El Salvador y algunos marrajos la usaron para manchar la reputación del cónsul José Arturo Castellanos. Lo que parece no haber llegado rápidamente es información sobre la investigación de las autoridades suizas, y su decisión de desestimar los cargos contra George Mandel-Mantello. Pero la historia no terminó allí, pues los rumores siguieron y, en septiembre de 1945, cuatro meses después del fin de la guerra en Europa, ya cansado de tantos dimes y diretes, George Mandel-Mantello solicitó a la Federación Suiza de Comunidades Judías que hiciera una investigación. Se estableció una comisión para supervisar una investigación pública que tenía la facultad de invitar a cualquier persona a testificar. Se nombró a tres personalidades judías de suiza, muy respetas y competentes: el Dr. Paul Guggenheim, jefe de la rama Suiza del Congreso Judío Mundial; el Dr. Max Gurny, juez de la Corte Suprema de Suiza en Zúrich; y el Dr. George Brunschvig, presidente de la Federación Suiza de Comunidades Judías y magistrado militar en Berna.

La comisión recibió testimonios de muchas personas y organizaciones. En todos se hacía hincapié en que en la operación salvadoreña no había habido ni lucro ni intención de lucro. Además, muchos insistieron en que la acusación la habían hecho aquellos que si vendían documentos porque su negocio se había resentido. Concluyó su trabajo y presentó su informe en junio de 1946. En sus conclusiones afirma que no había razón para suponer que George Mandel-Mantello y sus colaboradores cercanos hubieran organizado la emisión de documentos salvadoreños con la intención de obtener ganancias de ellos; ni de que la operación en sí se hubiera hecho sobre una base comercial con fines de lucro. Agrega,de manera enfática que, en su opinión, Mandel-Mantello organizó todo el operativo únicamente con el propósito de asistir a sus correligionarios en peligro, de una manera totalmente desinteresada. 

En su libro, el Dr. Kranzler afirma que el Dr. Guerrero hizo una declaración confirmando las conclusiones de la comisión, asegurando que había observado y apoyado a Mantello y su operación de documentos salvadoreños desde el principio, y destacando con orgullo que, a través de George Mandel Mantello, la República de El Salvador había contribuido sustancialmente al rescate de las víctimas de los nazis.

Se trató, pues, de acusaciones sin ningún fundamento que,pese a haber sido desestimadas por las autoridades suizas y desmentidas por la Federación Suiza de Comunidades Judías, no pusieron coto a los malévolos chismes que siguieron circulando. El objetivo único de estos perversos chismes fue desacreditar a personas honestas, convencidas del valor de la vida y de la dignidad humana, que trataban de ayudar, y salvar, a otros.

José Arturo Castellanos prácticamente desapareció de la historia durante mucho tiempo y, como dice el Museo de los Justos, “murió pobre y en el olvido, y nunca hizo gala de su gesta, según testimonian sus hijos. El creía que no había realizado ninguna hazaña, sino que tan solo cumplió con su deber”. Pero en 2010 se dio a conocer la siguiente noticia: “Católico salvadoreño, proclamado ‘justo entre las naciones’. Nueva York, domingo, 30 de mayo de 2010…José Arturo Castellanos (1893 – 1977), católico y antiguo cónsul de El Salvador en Ginebra durante la segunda guerra mundial, ha sido declarado ‘justo entre las naciones’, por Yad Vashem, la Autoridad para el Recuerdo de los Mártires y Héroes del Holocausto, gracias a la propuesta de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg”.

Otros muchos trataron de ayudar para salvar al mayor número de personas posible de aquel infierno. Así, por ejemplo, Monseñor Guiseppe Roncalli, unos años después Papa Juan XXIII, emprendió la “Operación Bautismo” que consistió en brindar actas de bautismo a unos 24,000 niños judíos húngaros para salvarlos del Holocausto; 80,000 niños de acuerdo con algunas fuentes. También diplomáticos de muchos otros países ayudaron, y los latinoamericanos reconocidos como “justo entre las naciones” son: José María Barreto, Cónsul General del Perú en Ginebra en 1943; Manuel Antonio Muñoz Barreto, cónsul de Ecuador en Estocolmo; Aracy de Carvalho-Guimaraes Rosa y su esposa, asistente del Embajador de Brasil en Berlín; Luiz Martins de Souza Danta, Embajador de Brasil en Francia, 1940-1943; y Samuel del Campo, cónsul de Chile en Bucarest.

Hace algunos años, cuando era Embajador de El Salvador en Francia, durante una Jornada Consular en la ciudad de Lyon, una señora que trabajaba en la alcaldía se acercó y me dijo: “estoy aquí gracias a su país”. Le pedí que me contara su historia. Me dijo que sus padres se habían beneficiado de documentos salvadoreños durante la guerra y que por eso se habían salvado, y ella había nacido.

Las lecciones son muchas, pero aquí hay que retener dos: Primera, eso de razas superiores es un supremo sinsentido, pues la verdad es que en lo que toca a nuestra especie solo cabe hablar de una raza: la raza humana. Segunda, la humanidad no puede ni banalizar, ni ser apática, ni desentenderse del sufrimiento, la humillación, la deshumanización y la negación de los derechos de otros, y tiene que hacer todo para que termine su sufrimiento y puedan realizar sus aspiraciones de libertad con disfrute y ejercicio efectivo y pleno de todos sus derechos humanos. 

Francisco Galindo Vélez es exEmbajador de El Salvador en Francia y Colombia, ex Representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Argelia, Colombia, Tayikistán y Francia, y ex Representante adjunto en Turquía, Yibuti, Egipto y México.

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Historia Salvadoreña Holocausto Judío Opinión

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