La revista TIME publica un reportaje sobre los riesgos que entraña para toda persona andar descalzo, haciendo ver que desde hace más de cuarenta mil años el hombre usa sandalias o “mocasines” para proteger sus pies, más en esos tiempos cuando se carecía de caminos aunque hubiese senderos y los terrenos eran por naturaleza irregulares.
Un hombre podía transitar por un sendero, pero al ir tras animales o huir de ellos forzosamente tenía que pisar terrenos irregulares, con frecuencia con plantas espinosas, insectos y hasta serpientes en el camino.
Moviendo el reloj hacia adelante a nuestra época encontramos, dice la revista, que la “nueva moda” es quitarse los zapatos no sólo en las playas sino también en la ciudad, dándose el caso de personas que hacen gala de caminar descalzas desde que salen de sus oficinas; llegan a sus hogares, se quitan los zapatos y descalzas van hacia un bar vecino, al parque o simplemente caminan por las calles.
Los campesinos en el Segundo o Tercer Mundos con frecuencia realizan sus tareas descalzos, pero muy pronto la piel de sus pies se convierte en una piel dura, una especie de callosidad que cubre toda la planta, que les protege.
Un encargado de limpieza de este gran Diario, “don Chepito”, anduvo descalzo casi hasta el final de su vida, pues rehusaba calzarse.
Obviamente los niños campesinos vienen el mundo con sus pies como el del resto de sus congéneres, aunque más tarde tengan que adaptarse yendo descalzos…
Los podólogos, especialistas en todo lo relacionado con los pies y que contribuyeron con sus opiniones y su experiencia para realizar el reportaje de la revista TIME señalan todos los peligros que corre una persona al quitarse los zapatos y andar descalza, aun en sus propios hogares pues pueden recoger microorganismos dejados en el suelo por sus mascotas, “una grampa de un documento”, hasta pedazos de vidrio. Y todo eso puede ser peligroso; no quitarse medias ni pantuflas es una de las recomendaciones.
En templos de Asia ir descalzos es más que espeluznante
Los podólogos hacen énfasis en no entrar descalzos en baños públicos, pues nadie sabe si personas con pies enfermos, hongos u otras dolencias han hollado la misma superficie, advertencia que también vale cuando alguien va al peluquero: si los utensilios no están colocados en un recipiente con líquidos desinfectantes, el riesgo de contraer una “caspa” rebelde es siempre latente, por lo que muchos piden que en la misma peluquería les laven el pelo.
Lo de quitarse los zapatos es una de las costumbres más desagradables de Asia, pues en casi todas las religiones que profesa el ser humano debe presentarse ante Dios con sus pies desnudos (señal de “humildad”) y la cabeza cubierta.
“Dios” siempre está pendiente, desde sus trono en las nubes, de que Mustafá se quite los zapatos, válido asimismo para los budistas. Y si no se los quita…
Si se visita una mezquita en Estambul (Hasta Hagia Sophia fue convertida en mezquita por el impresentable dictador turco Erdogan, amigo del criminal de guerra y envenenador serial Putin) hay pantuflas para los fieles de otras religiones.
Eso es una cosa, pero en polvorientos templos del Oriente, donde hasta se ven personas con elefantiasis caminando dentro o fuera, quitarse los zapatos para que “Dios” no nos fulmine es cosa muy distinta.
Los podólogos son muy claros y directos con su mensaje: no hay que quitarse el calzado, incluyendo en la propia vivienda….