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El mundo (no democrático) soy yo

Bukele sabe que ni su grave salida del consenso internacional ni su apetito inconstitucional por la reelección han sido pasados por alto entre congresistas y gobiernos de países amigos.

Por Napoleón Campos |

Falta un año para que concluya la presidencia del Sr. Nayib Bukele, pero su política exterior finalizó mucho antes. Las expectativas de Bukele se agotaron tras la derrota de Donald Trump, por lo que la inminente cárcel para Trump vaticina que Bukele no imprimirá ningún golpe de timón en sus últimos 365 días.

En diciembre de 2019, puntualizamos su grave ausencia de la Cumbre Climática en Madrid pues él optó por ir a Qatar tras visitar Japón y China. Un país tan degradado como el nuestro debe posicionar la protección de la naturaleza como eje transversal de la política exterior para agenciarnos recursos afuera que generen “empleos verdes” quecontribuyen a preservar y restaurar la calidad medioambiental. 

Para rematar, las obras que ha ejecutado - la minería bitcoin, el estadio chino en El Espino, el aeropuerto sobre humedales en el oriente del país, la mega cárcel en San Vicente, entre otros- son destructoras del medio ambiente. Esa prioridadexplica que no suscriba el “Acuerdo de Escazú sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales” en América Latina.

El Acuerdo de Escazú nos ilustra el sabotaje general deBukele -vía ejecutiva y legislativa- contra el acceso a la información pública, la rendición de cuentas y la transparencia que nos sitúa en el peor tramo de los comparativos globales sobre Democracia y Buen Gobierno. Dado que los rankings son multifactoriales, el secuestro de la institucionalidad pública por Bukele es comprendido, por ejemplo, en el índice de responsabilidad fiscal de “The 1841 Foundation” (Londres) que ubica a El Salvador a un milímetro de los “infiernos fiscales”: “gobiernos de baja calidad, alta corrupción y discrecionalidad, una gestión económica pobre e instituciones débiles”.

Tan cierta es la debilidad que el Ministerio de Relaciones Exteriores carece de brújula y lo navega una titular sin protagonismo ni idoneidad-paradójicamente en una etapa pulsante de la humanidad-lo que ella extendió a sus operadores en embajadas y consulados. Colocar a quien se nombró en Washington D.C., y que la última visita oficial enultramar de Bukele haya sido en enero de 2022 al tirano de Turquía, Recep Erdogan, lo dice todo: el aislamiento entonces ya era serio y ahora Bukele no lo recibe ningún líder demócrata.

La orden de Bukele en la ONU y la OEA para que El Salvador se abstuviera de votar contra la cobarde agresión deVladimir Putin en Ucrania, daba igual que votar a favor de Putin como dijo Joseph Borrell, encargado europeo para Asuntos Exteriores. Esta simpatía fue coronada el pasado 30de abril con la visita del diputado ruso Leonid Slutsky a la Asamblea Legislativa. Slutsky, íntimo de Putin, es jefe del ultranacionalista Partido Liberal-Demócrata que reclutó al “Mercader de la Muerte”, Viktor Bout, solicitado por Putin en canje para entregar a EE. UU. a la basquetbolista BrittneyGriner.

Bukele sabe que ni su grave salida del consenso internacional ni su apetito inconstitucional por la reelección han sido pasados por alto entre congresistas y gobiernos de países amigos. Conocedores de nuestra Constitución y de las graves consecuencias por mirar para otro lado mientras Juan Orlando Hernández y Daniel Ortega transgredían la ley para reelegirse, Bukele -en caso sea inscrito por el TSE- no será reconocido como candidato legítimo por parlamentos y gobiernos democráticos. También afuera del país hay serias dudas sobre las “encuestas” de presunta popularidad de Bukele a la vez que no hay dudas de que no es útil un Régimen de Excepción para reprimir pandillas, basta el Código Penal. Existe un convencimiento creciente de que el Régimen ha sido un arma política para inyectar terror congruente con su proyecto reelectoral, y es abominable violar los Derechos Humanos de miles de mujeres y hombres que no tienen nexos criminales y antecedentes penales.

Tras el péndulo europeo desde las monarquías, se atribuye a Luis XIV la frase provinciana: “El Estado soy yo”. En el Siglo XXI, todo prospecto de tirano se dice ante el espejo: “El mundo soy yo”. No caen en la cuenta de que hasta las expresiones más radicales de atributos y potestades estatales en una persona se desvanecen, y las Repúblicas y las democracias renacen.

Especialista salvadoreño en Relaciones Internacionales, integración regional y migraciones

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