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Ricardo Simán: la satisfacción del deber cumplido

La vida de los salvadoreños y de los centroamericanos ha estado marcada en la historia reciente por Almacenes Siman, dirigidos todo este tiempo por un gran empresario y hombre de convicciones democráticas y cristianas, quien ahora deja la dirección del conglomerado

Por El Diario de Hoy |

Su larga y distinguida trayectoria dirigiendo el tan importante conglomerado que son los almacenes Siman y las franquicias que maneja expuso don Ricardo Siman al dejar la dirección para asumir su nuevo cargo, donde continuará inspirando a sus sucesores, alentándolos con el ejemplo de una vida de trabajo, como innovador permanente, persona que ha incorporado una muy propia visión empresarial y alentado, con su ejemplo, a otros emprendedores.
Hombre de bien, cristiano y devoto padre de familia, don Ricardo es de los que consideran que la empresa que no cambia todos los días, que no mejora, que no evoluciona, que no ve hacia adelante, por ejemplo la digitalización y la modernización de sus instalaciones, va a morir.


“El que no crece, se muere”, lo que vale no solo para todo emprendimiento, sino que —agregaremos— para nosotros mismos: cada día el mundo ofrece oportunidades, cada día las personas deben procurar ser positivas, usar ese precioso tiempo que Dios nos concede y que se resume en la frase latina “CARPE DIEM”, haz tu día lo mejor que sea posible.


Toda empresa, todo quehacer en nuestro tiempo es resultado del trabajo coordinado de muchos; quienes están a la cabeza de esos esfuerzos deben coordinar la labor de todos, ser el capitán de una nave que con frecuencia tiene que sortear marejadas imprevistas, para lo cual requiere el concurso de quienes están a su lado.

Significativamente, don Ricardo, amigo muy apreciado de gran parte de nuestra vida, nos dice que internamente la empresa opera como un centro de capacitación, una escuela permanente, pues los retos también son permanentes.
Un gran almacén es siempre, además de un escaparate de lo nuevo, lo vanguardista, el lugar donde podemos proveernos de aquello a lo que estamos acostumbrados. Los cambios en la moda, las tecnologías, los gustos, van acompañados con “lo viejo conocido y por lo mismo muy apreciado”, muy cerca de nuestros corazones.


Al lado de su labor dirigiendo una gran empresa cuyos inicios se remontan un siglo, don Ricardo tomó parte en la labor de las gremiales empresariales, las que reúnen a muchos productores y, por lo mismo, son creadoras de empleo, de lo que es sostén de centenares de miles de familias y, por extensión, de la economía nacional. Fue así, escalando posiciones a base de sus méritos personales, que llegó a asumir la presidencia de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), que a su vez defiende el derecho de todos de escoger por sí mismos lo que desean, lo que es lo esencial de la economía de mercado.

Al fondo de todo hay una innegable realidad: nadie prospera a menos que rinda servicios a sus semejantes; un gran almacén, un pequeño negocio de barrio, un artesano, únicamente se sostienen sirviendo bien a sus vecindarios, sus clientelas, su país.

Fe y altruismo identifican a la familia Siman
Almacenes Siman no sólo tiene presencia en nuestra capital y las principales ciudades, sino que además se ha extendido por la región, un logro muy importante en beneficio de los nuevos mercados, sus clientelas y su personal. Y las franquicias que maneja, incluyendo Zara para Centro América, aportan significativamente a la economía regional.
La familia Siman se ha distinguido a lo largo del tiempo por su participación en obras benéficas. Nuestro recordado amigo, Filo, fue durante muchos años presidente de la Cruz Roja Salvadoreña, a lo que se suma su aporte en mitigar los efectos del grave terremoto de 1986 y los sismos del 2001.

Tenemos presente también a nuestro amigo, Abraham Siman, quien asimismo hizo importantes aportes a la empresa y a la vida del país.

Siguiendo el ejemplo don Ricardo y su familia, todos deben enseñar, pasar a otros, desde sus familiares hasta sus vecinos, lo que saben, pues uno mismo aprende en el proceso.

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