Muerte civil se le ha dado a tres jóvenes médicas aún en proceso de aprendizaje de una especialidad, ya que se les ha retirado, se les ha quitado, se les ha arrancado sus derechos civiles de ejercer una profesión para la cual ya cumplieron todos los requisitos establecidos por la ley, sus derechos a la libertad de expresión y pensamiento, sus derechos a accesar a educación y sus derechos al trabajo; por haber escrito unas cuantas palabras como mensaje en la plataforma de Twitter.
A estas mujeres se les ha despojado de su personalidad jurídica, ya que han dejado de ser titulares de los derechos mencionados, de obligaciones y se les ha dejado de reconocer su capacidad jurídica y de obrar.
Todo por un tweet.
Todo por escribir de manera pública: ““Mal día para estar de turno”, “gracias por arruinarme el turno” y “que mal día para estar de turno…gracias al partido”….
Estas doctoras en Medicina han dejado de ser consideradas vivas, por el Estado de El Salvador, a efectos jurídicos, aún mucho antes de sus muertes reales, al igual que sucedía en la Antigua Grecia cuando desterraban a un individuo que había cometido delito, o con los leprosos en la Edad Media, o durante el Nazismo para reprimir a los oponentes políticos.
Estas tres jóvenes, siguiendo la moda de hacer comentarios en Twitter, moda de la cual no se han escapado ni los gobernantes ni los políticos nacionales, quienes incluso son los que peores ejemplos han dado en estas plataformas; escriben tales frases que son comunes dentro del caló profesional, que se han hecho por décadas dentro del personal sanitario (médicos, enfermeras, técnicos, personal de limpieza) en relación al incremento de labores durante el horario de trabajo nocturno, y que las nuevas generaciones de profesionales van escuchando a lo largo de su periodo de preparación y las van repitiendo.
Lo que deberíamos preguntarnos es ¿por qué este tipo de frases es parte de las costumbres de médicos y enfermeras? La respuesta es la de siempre: Exceso de trabajo, horarios laborales inhumanos, procesos de formación de profesionales que en realidad esconden trabajo esclavo como la oportunidad del Estado de ahorrarse dineros al dejar de contratar más personal ya formado por lo que le saca el jugo a los estudiantes sanitarios y profesionales en residencia, aprovechándose de su necesidad de aprendizaje y de cumplir con un esquema “educativo” que les permita titularse.
Tal vez hay personas que no conocen lo que se vive dentro de los hospitales públicos donde médicos, laboratistas, enfermeros, personal de limpieza, técnicos, terapistas respiratorios, hacen muchas veces, milagros para salvar la vida de los consultantes, realizando turnos de diez o más horas durante las noches para continuar trabajando durante el día y estudiando para enfrentar exámenes y pruebas, como es el caso de las residentes en comento.
Alguien me dijo: “Y entonces ¿para que escogieron esas carreras?” a lo que le respondí: “Mejor debería preguntarse usted el porqué usted no estudió alguna de esas carreras de la salud. Estoy segura de que la razón fue que no quería vivir todas esas dificultades”.
Si quieren decir que fue inapropiado (que no es lo mismo que antiético ni comisión de delito) podría comprenderse; no obstante quiero recordar que existe también una explicación científica para ello: el estrés crónico como el que se vive en los hospitales y la falta de sueño de los turnos de 36 horas, bloquean la actividad de la corteza prefrontal (parte del cerebro atrás de nuestra frente), que es la encargada de hacernos reflexionar, haciendo que se caiga en conductas automáticas previamente aprendidas, como la costumbre que se ha generalizado de compartir “hasta lo último” que se nos cruza por la mente en redes sociales; pues está comprobado que hasta los “likes” generan descargas de dopamina que nos dan “felicidad automática” y si no, que lo digan los políticos.
Hago un llamado humanitario a los funcionarios que han actuado arbitrariamente contra las residentes del ISSS a raíz de los sucesos lamentables ocurridos en el Estadio Cuscatlán hace unos días. Son comprensibles las emociones que ese evento generó en todos, pero no podemos dañar la vida de estas tres jóvenes sin motivos reales. Demuestren que, aunque errar es de humanos, corregir es de sabios. También hago un llamado a cada salvadoreño que vive en El Salvador y a los que están fuera, a que actuemos hacia estas médicas de manera humanitaria y empática. A las organizaciones internacionales de Derechos Humanos, a las representaciones diplomáticas acreditadas en este país, les pido que extiendan sus manos hacia estas mujeres en indefensión, ayudándolas a rehacer sus vidas en algún país donde puedan vivir en libertad y con dignidad.
Médica, Nutrióloga y Abogada