Durante todo el 2022, hasta un 66% de los salvadoreños tuvieron dificultades para alimentarse, una problemática que viene dada por la fuerte alza que ha tenido el costo de la vida, incluyendo los alimentos, desde el año 2021.
Así lo revela un reciente informe publicado por la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias (GNAFC, por sus siglas en inglés), una iniciativa impulsada por organismos como Naciones Unidas y la Unión Europea, el cual señala una realidad económica que las familias salvadoreñas han experimentado desde hace más de un año.
El informe detalla cifras de la población que enfrenta algún tipo de inseguridad alimentaria a nivel mundial, pero las que se relacionan con El Salvador son llamativas.
Si se toma como base la población total de El Salvador de 6,330,947, según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2022, publicada por el Banco Central de Reserva (BCR), equivale a que al menos 4.1 millones de salvadoreños tuvieron que lidiar con estas dificultades.
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En este sentido, hay que señalar que ese porcentaje (66%) es el resultado de sumar los porcentajes de la población que se enfrentó a las distintas fases de esa inseguridad que define la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias, para calcular la cantidad de personas en riesgo alimentario.
Con respecto a lo anterior, la inseguridad alimentaria comienza a observarse desde la Fase 2 “Estrés”, y continúa con la Fase 3 “Crisis”; luego sigue con la Fase 4 “Emergencia”; y la fase 5 “Catástrofe / Hambruna”. La Fase 1 corresponde a la población con riesgo mínimo.
Con estas fases definidas, cabe destacar que la mayoría de los salvadoreños (52%) está en la Fase 2, según el informe, es decir que esta población se encuentra en situación de estrés debido a que “los hogares tienen un consumo de alimentos mínimamente adecuado, pero no pueden afrontar algunos gastos no alimentarios esenciales sin adoptar estrategias para hacer frente al estrés”.
Asimismo, un 13% de los habitantes del país entra en la Fase 3, debido a que “los hogares tienen brechas en el consumo de alimentos, con desnutrición aguda alta o superior a la habitual o agotamiento acelerado de los medios de subsistencia. También recurren a estrategias de afrontamiento de crisis”.
Por su parte, con respecto a la Fase 4, solo un 1% de los salvadoreños están en situación de emergencia, según la GNAFC, cuyo informe explica que esta población es la que tiene “grandes brechas en el consumo de alimentos que dan como resultado una desnutrición aguda muy alta y un exceso de mortalidad, se enfrentan a una pérdida extrema de los medios de subsistencia o recurren a estrategias de supervivencia de emergencia”.
Los salvadoreños en esta situación podrían equivaler a más de 63,000, según el dato de población total de la EHPM 2022, mientras que los que se consideran en crisis podrían sumar unos 3.2 millones de habitantes.
De acuerdo con el informe, 32% restante de los habitantes del país se encuentran dentro del rango de la Fase 1, es decir, con un riesgo mínimo de sufrir inseguridad alimentaria.
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Los salvadoreños comen menos
A nivel local, distintas encuestas de instituciones como la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), la Universidad Francisco Gavidia (UFG), o la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (Fundaungo), ya habían arrojado datos importantes sobre la situación de las familias en el país.
De hecho, el estudio más reciente, publicado la semana pasada por la UFG, detalla que hasta un 33.3% de los salvadoreños ha tenido que reducir la cantidad de alimentos que consume, una medida necesaria para hacerle frente a los incrementos constantes que han experimentado los productos de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) desde 2021.
El hecho de reducir la cantidad de alimentos consumidos, o eliminar uno de los tres tiempos de comida, es lo que hace que informes como el de la GNAFC consideren a la mayoría de la población salvadoreña en estrés o crisis alimentaria pues, como se dijo antes, en estas situaciones, las familias “recurren a estrategias de afrontamiento de crisis”.
Por su parte, la encuesta de la UCA, presentada a inicios de este año, arrojó que casi un 49% de las familias en el país tuvo que dejar de comprar algunos alimentos, y más del 63% señaló que el tema económico fue el principal problema que enfrentó el país durante el 2022.
Un indicador que explica por qué los salvadoreños han tenido que dejar de comprar comida es el precio actual de la CBA tanto para el sector urbano como para el rural.
Según los datos de la Oficina Nacional de Estadística y Censos (ONEC), hasta abril, los precios de la CBA Urbana y Rural se colocaron en $249.08 y $188.73, respectivamente, valores que se calculan con base en lo que una familia de 4 integrantes consume.
Si se hace el cálculo, el aumento que han tenido los productos de la CBA desde 2021, equivale a un 25% más para las familias que viven en el área urbana y hasta un 33.2% para las familias del campo.
De acuerdo a datos que ha brindado anteriormente el Centro para la Defensa del Consumidor (CDC), con los precios actuales en los alimentos, los salvadoreños han dejado de consumir carnes y otras proteínas, por lo que han sustituido esa dieta por harinas y carbohidratos, como las pastas.
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El Salvador no es el único en la región
De acuerdo con los datos regionales que aparecen en el informe de la GNAFC, países vecinos como Guatemala y Honduras también enfrentan inseguridad alimentaria, aunque, a diferencia de El Salvador, acumulan un porcentaje mayor de personas en Fase 3 “Crisis”, con porcentajes de hasta 23% y 24% de la población, respectivamente, mientras que también tienen proporciones de más del 3% de personas en emergencia.
Contando a algunos países del Caribe, es Haití el que tiene los peores números, con un 29% de su población en crisis y un 18% en emergencia alimentaria. Solo el 24% de los haitianos tienen un riesgo mínimo.