En el país se brinda tratamiento a los pacientes infectados con VIH; pero llegar a ese punto significó superar la discriminación que vivían las personas, la muerte de muchos pacientes en condiciones deplorables y demandas al Estado salvadoreño que fueron ganadas, obligando al Sistema de Salud a que garantizara el derecho de la salud a la población.
La cara de esa lucha, en su momento, fue Odir Miranda, un salvadoreño diagnosticado con la enfermedad y que llegó a pesar 85 libras.
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El 27 de diciembre de 1996, Odir, entonces de 23 años, decidió ir al Seguro Social, donde le realizaron una serie de pruebas. Pasó 15 días hospitalizado; esperando las respuestas. A él no le importó la discriminación y dio a conocer su rostro, su identidad, para conquistar un derecho que ha perdurado con el tiempo.
Uno de los primeros médicos que también apoyó la lucha para garantizar el derecho a la salud y que impulsó a Miranda sobre la titánica pretensión, fue el infectólogo Jorge Panameño. Él recordó cómo los pacientes lograron que les dieran los tratamientos antirretrovirales, que tenían un valor cuantioso, imposible para un salvadoreño promedio, absorber su adquisición.
Solo uno de los componentes, de tres indispensables, valía 5,000 colones ($571.43), cifra que era inalcanzable para los pacientes, a finales de los años noventa. A eso se sumaba la atención y los exámenes.
Incluso, una dependencia del sistema de salud salvadoreño consideraba, entonces, que proporcionar el tratamiento a los pacientes diagnosticados con el virus, llevaría a quebrar financieramente a la institución en menos de dos años, debido al alto costo de los mismos.
Esto a pesar de que el 30% de los pacientes de los servicios de hospitalización de medicina interna eran portadores de VIH.
“El diagnóstico por infección por VIH era una condena segura a muerte porque no había tratamiento. El primer caso en El Salvador se diagnosticó en 1985 en el Hospital Rosales… Hay que recordar que esta es una pandemia que sigue activa al día de hoy. Lo que pasa es que con los avances que han habido en los últimos veinte años ya no tiene el mismo rostro”, recordó el médico.
Las primeras personas portadoras de la enfermedad en el mundo fueron identificadas en 1981; pero fue hasta el 20 de mayo de 1983 cuando se anunció el descubrimiento del virus que fue conocido como VIH.
Los primeros casos comenzaron a reportarse en El Salvador al poco tiempo y con ello, las personas sufrieron una serie de rechazo y a ser estigmatizadas, al punto que “sus derechos humanos fueron violentados de la peor manera posible”, dijo Panameño. El profesional de la salud recordó que en el ámbito de la salud, se les llegó a negar atención, eran ingresados en los lugares más aislados de los servicios de hospitalización, sus utensilios de comida eran marcados y era difícil que recibieran un tratamiento odontológico o que los operaran.
Era “la misma vieja historia: detrás de todo esto estaba la ignorancia y la falta de educación, donde no se habían definido bien los mecanismos de transmisión y se llegó a pensar que con solo tocar a un paciente uno se infectaba. Esta pobre gente sufrió tantas cosas, se les despedía de sus trabajos”, lamentó el infectólogo quien cursó una maestría en enfermedades infecciosas en la Universidad de Brasilia, Brasil, entre 1994 y 1996.
Los primeros tratamientos antirretrovirales comenzaron a salir entre los años de 1996 y 1997; pero en El Salvador fue hasta un par de años después que los pacientes tuvieron acceso a los mismos, gracias a un recurso de amparo que interpuso Odir Miranda, en 1999, ante la Corte Suprema de Justicia para que entregaran el medicamento a los pacientes con VIH.
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Sin embargo, en enero de 2000, el salvadoreño junto a otros pacientes, pusieron una demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En menos de un mes, la Comisión falló a favor y le pidió al gobierno salvadoreño que implementara medidas cautelares inmediatas para las 27 personas que habían firmado la demanda, lo que ayudó a acelerar el proceso de entrega de antirretrovirales.
La Corte Suprema de Justicia tardó dos años en dar su fallo a favor de Miranda; pero para entonces, los pacientes ya recibían el tratamiento ante la resolución de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
“Una de las grandes labores de Odir Miranda, y la Asociación Atlacatl, fue que colocaron en la agenda del país un tema que se consideraba tabú, vergonzoso y prohibido. Eso dio como resultado también que se legislara y se crea la primera ley para la atención de pacientes VIH, que protegía los derechos y normaba cómo debía de ser la atención, como resultado de la lucha de los pacientes”, puntualizó Panameño.